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EDITORIAL

Los fichajes de Sánchez provocan una tormenta en el PSOE

La frivolidad de Pedro Sánchez acentúa la inanidad del personaje, que tiene todas las papeletas para convertirse en un breve paréntesis en el PSOE.

La inclusión de la diputada de UPyD Irene Lozano en las listas del PSOE por Madrid para las próximas elecciones generales ha generado un fuerte malestar en el seno del partido. No solamente por el hecho de tratarse de una decisión personalísima del secretario general sin contar con los órganos de deliberación de su partido, sino porque el perfil político de Lozano, enemiga encarnizada de los socialistas durante cuatro años y ahora su fichaje estrella, ha soliviantado justificadamente a la inmensa mayoría de los socialistas, a los que ha estado zahiriendo durante toda la legislatura.

Irene Lozano es una de las artífices de la voladura de UPyD, a la que contribuyó de manera determinante con un artículo en un diario nacional en el que se ensañó con su compañero, Sosa Wagner, por pedir un entendimiento con Ciudadanos. Lozano traicionó a su eurodiputado, trató de sustituir a Rosa Díez al frente de su partido y, fracasada sus intentonas, desembarca ahora en el PSOE de Pedro Sánchez con una desvergüenza política sólo equiparable a la frivolidad de quien le ha abierto las puertas de su nuevo partido.

El colmo de los desatinos es que el secretario general del PSOE presente el fichaje de esta adalid del transfuguismo ideológico como el paradigma de los nuevos tiempos que quiere abanderar en la política española. ¿Acaso puede haber un ejemplo más notorio de vieja política que este "dedazo" en toda regla, sin proceso de primarias y a espaldas del partido?

Así lo han entendido en el seno del PSOE, alguna de cuyas delegaciones como la todopoderosa federación de Andalucía han manifestado claramente su rechazo a esta forma de hacer política del secretario general del partido. El representante andaluz en el Comité de Listas lo dejó claro el mismo día en que se anunció el fichaje de Lozano, al ausentarse notoriamente de la votación y reclamar públicamente a la diputada de UPyD que pida perdón a todos los socialistas.

La frivolidad de Pedro Sánchez acentúa la inanidad del personaje, que tiene todas las papeletas para convertirse en un breve paréntesis en el socialismo español, mientras acrecienta la figura de Susana Díaz como una estadista, desde luego muy por encima de sus propios merecimientos. El hecho de que el Comité Federal validara sin apenas oposición formal la ocurrencia de Sánchez para las listas madrileñas no debe llevar a nadie al engaño. Esta aparente unidad no es más que un aval, el último del que va a gozar el líder socialista, mientras los cuchillos se afilan con más intensidad que nunca a la espera de lo que ocurra el próximo 20 de diciembre.

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