La amistad sigue creciendo entre Al Asad y Putin. Los dos presidentes –para llamarlos de alguna manera– se encontraron en un ambiente distendido; por primera vez Bashar salió de su país para llegar en secreto a Moscú. Vladímir, por su parte, lo recibió en toda confidencia. Nada de prevenir ni convocar a los medios, ni siquiera a los más leales. Las fotos del encuentro fueron realizadas por el servicio de prensa del Kremlin, y difundidas a la mañana siguiente, una vez que Bashar se encontraba ya de regreso en Damasco.
El sirio tiene miedo, ha dicho un especialista, es la razón por la que pidió firme discreción. La iniciativa para que se diera esta visita vino del Kremlin. Putin agradeció a su homólogo no bien se inició la entrevista: "Gracias por haber aceptado y por haber venido a Rusia pese a la situación dramática en su país". Le siguieron intercambios de sonrisas, carantoñas y apretones de manos.
El presidente ruso recordó que es gracias a la demanda del pueblo sirio que Rusia está dando "una ayuda preciosa al pueblo sirio en su lucha contra el terrorismo". Asad agradeció a Putin como el gran líder que es (para él lo es) y al pueblo ruso por su apoyo a la unidad y a la independencia de los sirios.
Los bombardeos rusos se llevan a cabo "en el marco de la legislación internacional", continuó Bashar. Como para que no quepa duda.
Los dos hombres se sintieron muy orgullosos de este encuentro público, oficial y convenido de antemano. Ambos estuvieron absolutamente de acuerdo con el daño que hace el terrorismo, y sobre la necesidad de combatirlo.
El gesto, según Putin, no es desinteresado: "Lo que nos inquieta en Rusia es que, desgraciadamente, sobre el territorio sirio pelean contra las tropas gubernamentales al menos 4.000 combatientes surgidos de la antigua URSS. Y nosotros no podemos permitir que, después de haber adquirido experiencia bélica y de haber sido sometidos a adoctrinamiento, entren en territorio ruso".
Su país está capacitado, añadió, para empeñar su capital y su arsenal en materia militar, y también podría intervenir en los asuntos políticos; pero que sería el pueblo sirio quien tendría que decidir al final. Al Asad aceptó estas palabras. Pero habrá que ver si de verdad hará caso de semejantes recomendaciones. Y si la amistad llegará tan lejos entre estos dos seres tan sumamente peligrosos.
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