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EDITORIAL

Antisemitismo con el dinero de todos

Estos pésimos periodistas se aprovechan de los generosísimos presupuestos de RTVE para propagar sus execrables ideas con el dinero de todos los españoles.

Por mucho que quieran presentarse como un servicio a la sociedad, a nadie se le oculta que los medios de comunicación públicos sirven sobre todo para apoyar al Gobierno que los controle y pagar sueldos muy por encima de los del mercado a una serie de privilegiados, reclutados normalmente entre amigos y conmilitones de quienes detentan el poder político en ellos.

Lo normal es que la manipulación se centre en la información política nacional o local, es decir, en el ámbito que más interese a los políticos al mando. Pero la falta de control o de profesionalidad deja las puertas abiertas para manipulaciones aún más aberrantes en campos como el de la economía o el de la política internacional.

Sirva como ejemplo la cobertura que se hace de Israel en medios como los que conforman RTVE, ferozmente críticos con la única democracia de Oriente Medio, al punto de que con ominosa frecuencia acaba derivando en agitación antisemita más o menos disimulada, ya sea en su sentido clásico o en el moderno, que hace principalmente referencia a quienes tratan a Israel con un injustificable doble rasero, a fin de convertirlo en un paria internacional, el judío de entre las naciones.

El denominado Ente Público ha tenido corresponsales en la zona que más bien eran activistas y sólo daban señales de vida para arremeter contra Israel, al punto de que parecían meros portavoces de las organizaciones terroristas palestinas.

RNE parece querer ser tratada como caso bochornosamente aparte. Y es que en sólo tres meses se ha visto envuelta en dos inauditas polémicas por programas con contenidos especialmente infames, sencillamente impresentables: en uno se acusaba a los judíos de satánicos y en el otro, mucho más reciente, se justificaban los ataques terroristas de la denominada intifada de los cuchillos y se otorgaba a los asesinos el papel de víctimas.

Estos pésimos periodistas se aprovechan de los generosísimos presupuestos de RTVE para propagar sus execrables ideas con el dinero de todos los españoles. El caso de Majed Dibsi es especialmente sangrante, pues es literalmente un activista de la OLP, tremendamente responsable de los crímenes judeófobos que están teniendo lugar en los últimos meses en Israel y los territorios en disputa.

También merece ser objeto de repudio la agencia EFE, cuya cobertura sobre Israel podría enseñarse en las escuelas de Periodismo como ejemplo de desinformación y manipulación sectaria.

Cualquier medio de comunicación tiene derecho a mantener una línea editorial sobre un tema concreto; cualquiera menos uno público que es financiado por los contribuyentes, que necesariamente tendrán distintas opiniones al respecto. Por otro lado, ni medios ni periodistas tienen derecho a mentir o a ocultar aspectos básicos de las informaciones que transmiten a fin de ajustar la realidad a sus esquemas ideológicos.

Si la desinformación y la manipulación llegan a extremos tan infames como justificar a terroristas y tachar de asesinos a sus víctimas, parece claro que la única solución razonable y, sobre todo, digna es ahorrar a los contribuyentes un gasto multimillonario y cerrar de una vez por todas esos gigantescos y carísimos órganos de propaganda que pagamos coactivamente todos.

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