Faltó poco para que el paseíllo inicial se convirtiera en una salida a hombros por la puerta grande para los más que diestros Manuel Chaves y José Antonio Griñán, a la espera de que este martes haga lo propio la debutante, Susana Díaz.
Se estaba hablando del destino de 3.100 millones de euros, cuando menos. De ocho informes de interventores denunciando irregularidades y descontrol. De una operación política que consintió que empresarios y sindicatos se financiaran con la formación. De una operación policial extensa e intensa, de centenares de detenidos. De una desvergüenza sindical sin precedentes por desviaciones de subvenciones a la formación a gastos de funcionamiento. De un procedimiento judicial en marcha con imputados a go gó. En fin, se estaba hablando de uno de los mayores escándalos de la democracia.
Pero, claro, este lunes se estaba en período preelectoral, en precampaña pura y dura, vamos, y eso imprime carácter. Salvo por algunas dudas moderadas de IU y el martillo pilón de la diputada popular Teresa Ruiz Sillero, amortiguado por la infame gestión del PP andaluz, aquello mutó de paseíllo infernal a paseo triunfal.
Por una parte, Ciudadanos, que puso a un ex socialista al frente de la Comisión, no está interesado en que el PSOE de Susana Díaz salga muy perjudicado. Ya se sabe. Albert Rivera no ataca a Pedro Sánchez y mucho menos ordena que se ataque al PSOE andaluz con el que contubernia el sostenimiento de un régimen corrupto mientras habla de transparencia y pacto anticorrupción sólo para el resto de España y el PP. Pero, además, la impericia, bobería o sumisión de sus diputados, a pesar de que de este caso tienen la mejor información gracias a asesores más que cualificados, quedó de manifiesto.
Izquierda Unida, ahora ligada por su destino fatal a Podemos, no puede salirse del guión de intentar llegar a un acuerdo futuro con un PSOE sorpassado. Su representante se limitaba a decir que no se explicaba qué hacían los empresarios en el sistema de la formación andaluza. Lo de los sindicatos sí tiene explicación, claro, así como sus razzias contra las subvenciones públicas.
Sorprendente fue tanto el tono como la atonía de Podemos. Un guante no ha sido nunca menos suave que el podemita encorbatado que preguntaba con inclinación reverencial a unos ex presidentes que se crecían por momentos. Ya la Junta no había obstaculizado nada, ni perpetrado retrasos en la entrega de documentos, ni puteado a la Comisión de Investigación. O sea, que, a la espera del 26 de junio para comerse vivo al socialismo de Suresnes, no cabe cabrear a la Bestia. ¿Y el ex consejero Ojeda? ¿Y los racimos de afines al PSOE favorecidos? Fantasmas de antes de la precampaña electoral.
El PP andaluz anda turulato porque está como un pollo sin cabeza. Independientemente de que el gobierno haya llevado razón, incluso razón parlamentaria andaluza, en la incomparecencia de la ministra en funciones, Fátima Báñez, lo cierto es que Juanma Moreno anunció unas declaraciones explosivas de la misma en el seno de la Comisión que luego se comió con patatas. Y por sí o por otros, sirvió en bandeja al PSOE la navaja barriobajera de "mis ex valientes presidentes comparecen y tu cobarde ministra no". Es comprensible la desesperación de algunos de sus diputados que trabajan como mulos para que todo quede luego en agua de borrajas.
Y luego, claro está, estuvo la habilidad y astucia dinosáuricas de un Manuel Chaves, la gran figura de este lunes, que parece otra cosa por su modo de expresarse, pero que es correoso, malévolo y sajante cuando se le deja. Eso sí, le salva su humildad, en el sentido que, conocedor de sus limitaciones, se deja asesorar. Y cortó orejas. Unas pocas. De lo penal, no podía ni quería hablar. De lo de después de 2009, fecha de su marcha, tampoco. Que le preguntaran a Griñán y a Susana Díaz. Y de lo suyo, de 2000 a 2009, sólo menudencias, nada de tramas y nada de fraudes masivos. O sea, cuatro o cuarenta golfos, tal vez pero él ni estaba por allí ni se le esperaba.
Luego Griñán, en lo suyo, aupado a su soberbia, aunque más recatado dadas sus experiencias anteriores con declaraciones altivas. Aquí no habido nada, como no lo hubo en los ERE. Claro que, en este caso, gozaba de ovaciones porque comparado con quiénes debían embestirlo, parecía un Nobel en Derecho Administrativo con capote de paseo más que de paseíllo.
Tanto es así que, inquietado por mi pesadilla, tuve que recurrir a los informes de los 8 interventores provinciales andaluces, que publicó en exclusiva Libertad Digital, para convencerme de que el caso del fraude de la formación en los cursos para parados y trabajadores en Andalucía (y posiblemente en más partes de España), es un caso real que está en los Tribunales gracias a la labor pericial de la Policía y de la Seguridad Social.
¿Qué queda ahora? Pues la comparecencia de Susana Díaz en precampaña electoral, que vista la estrategia de sus compañeros, teniendo en cuenta que ella misma suspendió los cursos por sospechar que no todo estaba bien y la espantá providencial de la Ministra, será pura y dura campaña electoral. ¿Y después? El fin de una Comisión Parlamentaria de Investigación, a la que entre todos han matado aunque ella misma ha sabido apuntillarse. Quedará, menos mal, la Justicia.

