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Cristina Losada

Los pies de foto de Kellyanne

El viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras no ha sido certero nunca, y ahora menos. La imagen puede engañar igual que las palabras. O más.

El viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras no ha sido certero nunca, y ahora menos. La imagen puede engañar igual que las palabras. O más.
Kellyanne Conway | Gage Skidmore - Flickr

La asesora del presidente norteamericano Kellyanne Conway fue fotografiada el otro día con los pies descalzos encima del sofá del Despacho Oval. La que fuera directora de campaña de Trump, y primera mujer que ha dirigido una campaña presidencial exitosa en los Estados Unidos, aparecía arrodillada sobre el sofá y mirando sonriente la pantalla de su móvil. Bien, nada que objetar, diría yo, y diría cualquiera medianamente familiarizado con las costumbres informales y décontractées que gastan los inquilinos de la Casa Blanca como contrapunto inteligente a la pompa republicana que los rodea. Pues no. La foto de la asesora con las piernas encima del sofá ha provocado uno de esos incendios en las redes de los que se hace eco la prensa, dándoles así el salvoconducto necesario para cruzar la frontera que antes separaba las noticias de las gansadas.

La imagen desató las críticas, las burlas y el ingenio que tanto se derrochan en las redes por coincidir la pose distendida de Conway con la presencia en el Despacho Oval de los rectores de las universidades afroamericanas del país. Su postura se ha interpretado como una falta de respeto a la institución y a los rectores, y por extensión a la raza de los rectores. Claro, si Trump es racista, y lo es por más que reciba a los rectores de las universidades afroamericanas, ¿cómo no lo iba a ser su asesora? Ahí, en la foto, estaba la prueba: ella pasando olímpicamente de los invitados, pies sobre el sofá, jugando a marcianitos en el móvil. Por un periódico español he podido saber incluso qué estaban pensando los rectores situados cerca de ella. Algunos, decía la crónica, tenían la sonrisa incómoda de quien no sabe hacia dónde mirar. ¡Y eso que era la maja vestida!

El viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras no ha sido certero nunca, y ahora menos. La imagen puede engañar igual que las palabras. O más, ya que se le confiere mayor credibilidad. En este caso, la foto induce a una percepción falsa porque falta otra foto, la anterior, en la que se ve a la asesora tratando de captar con la cámara de su móvil a todos los reunidos. De ahí su postura. Pero no es que la agencia que hizo las fotos ocultara la otra. Sucedió lo que suele pasar en las redes: cuando empieza a circular algo que provoca escándalo, hay muchos voluntarios para apuntarse al bombardeo y pocos para comprobar la veracidad. Para qué comprobar aquello que le confirma a uno en las opiniones o creencias que ya tiene.

Conway carga en su currículo como asesora de Trump con pifias, torpezas y burradas de alguna relevancia. Sin embargo, es la tontería de su pose en el sofá lo que causa auténtico furor político. Como tantas otras veces, lo accesorio se impone a lo importante.

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