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Eduardo Goligorsky

((Desparasitar Cataluña))

No hay nada mejor para fumigar que convocar unas elecciones parlamentarias en las que se aplique el principio democrático 'cada ciudadano un voto', sin desequilibrios tramposos que favorecen a los más provincianos.

No hay nada mejor para fumigar que convocar unas elecciones parlamentarias en las que se aplique el principio democrático 'cada ciudadano un voto', sin desequilibrios tramposos que favorecen a los más provincianos.
EFE

En Cataluña hay 1.010 escuelas instaladas en barracones y la consejera de Educación secesionista balbucea cuando habla en castellano porque "tiene poca práctica con esto del español". Las listas de espera lastran la sanidad pública y el único mérito del consejero secesionista consiste en haber heredado el apellido de un extravagante híbrido de cristiano y comunista. Un remedo de Consejería de Asuntos Exteriores es el cuerno de la abundancia donde chupa del bote una cofradía de trepadores con falsas credenciales diplomáticas. Medios de comunicación escritos, audiovisuales y digitales funcionan subvencionados con el dinero de todos los ciudadanos para lobotomizar a la masa. Instituciones públicas y sociedades civiles igualmente subvencionadas actúan como centros de proselitismo y reclutamiento sectario.

El comando sedicioso ha derrochado miles de millones de euros para desgarrar el tejido social, sobornar a sus turiferarios, lavar el cerebro a las nuevas generaciones y crear las infraestructuras sobre las cuales asienta un poder espurio. Los secesionistas utilizaban el fantasma de la División Acorazada Brunete para cohesionar las filas de sus adictos. Pues ahora hemos comprobado que ni diez Brunetes habrían dejado la sociedad y la economía de Cataluña tan maltrechas como las ha dejado esta marabunta voraz que la ha devastado.

Es hora de desparasitar el organismo atormentado de Cataluña antes de que estas voraces sanguijuelas lo dejen anémico.

Focos infecciosos

Sin embargo, los parásitos captan el enrarecimiento de la atmósfera en la que habían conseguido implantar sus focos infecciosos, gracias a los cuales cosechaban cuantiosos réditos materiales. Y sus lenguaraces conchabados se afanan en aconsejar astutas tácticas para resucitar el "Hoy paciencia, mañana independencia". Francesc-Marc Álvaro no oculta por dónde van los tiros ("Controlar los tiempos", LV, 6/10):

¿Está en condiciones el Govern Puigdemont de desplegar ahora mismo todas las medidas que son necesarias para hacer efectiva esta independencia? (…) Posponer la DUI no sería renunciar a saltar la pared, sería ganar más legitimidad ante terceros para favorecer la mediación y subrayar, de paso, el carácter intransigente del Gobierno.

No podía faltar, en esta encerrona, la panfletista Pilar Rahola. Huele a planificación concertada que haya escrito el mismo día en que lo hizo Álvaro una exhortación idéntica a la de su cofrade ("Sin precipitación", LV, 6/10):

Si los sectores más radicales centralizan el relato independentista y lo vierten a decisiones precipitadas (y la DUI lo es) solo se remará a favor de los que quieren derrotarlo.

La panfletista estaba enrabietada por el hecho de que bancos, empresas e inversores extranjeros y españoles, empezando por los catalanes, abandonaban sensatamente la nave de los locos que ella patrocina, pero aun así hizo un esfuerzo sobrehumano para no lanzar una de sus habituales soflamas beligerantes y para perseverar en el llamado táctico a la moderación:

Sobra decir que continuarán las provocaciones (quizás con detenciones) y las agresiones (la decisión de animar a las empresas a huir de Catalunya es de una maldad iracunda) pero la respuesta tiene que ser la de hacer el camino trazado, sin acelerar los tiempos.

Oligarquía en decadencia

Al fin y al cabo, la coincidencia entre los dos columnistas hispanófobos no fue casual. Porque al día siguiente se asomó por el borde de la papelera de la historia el desahuciado Artur Mas, mostrando el típico desprecio de la oligarquía en decadencia por la inteligencia de la burguesía emprendedora. Burguesía a la que, no obstante su inteligencia, habían conseguido aborregar en las calles y en los apócrifos colegios electorales, embaucada por el espejismo de una Cataluña independiente. Y la amonestó desde las páginas del Financial Times con su estereotipada sonrisa cínica (Isabel Garcia Pagan, "La encrucijada del president", LV, 7/10):

Para ser independiente hacen falta algunas cosas que todavía no tenemos.

Simultáneamente, según la misma crónica, el funambulista Santi Vila, cuya consejería de Empresa va al garete por el éxodo de capitales, continuó tramando ardides para convertirse en el nuevo mandarín del peix al cove y propuso en RAC 1.

una tregua, un alto el fuego que frene decisiones unilaterales y que abra el paso a una fase de distensión y negociación.

Conglomerado nada fiable

¿Tregua? ¿Alto el fuego? Algo así es lo que ha puesto en marcha el Colegio de Abogados de Barcelona con el pomposo título de "Comisión Independiente para la Mediación, el Diálogo y la Conciliación". Un conglomerado nada fiable, cuya independencia está impugnada por la participación de universidades que se plegaron a la huelga revolucionaria del 3-O y que convirtieron sus claustros en territorio comanche para profesores y alumnos constitucionalistas. Como escribe Francesc de Carreras, tras la marcha del seny del 8-O ("Un antes y un después", El País, 9/10):

Mediar hoy sería salvar a los culpables de haber llevado a Cataluña a una tristísima situación, por haber estimulado las bajas pasiones y olvidar la razón.

La mediación no tiene base de sustentación porque, como también recuerda Francesc de Carreras, no estamos en Oriente Próximo ni en Colombia. Aquí existe un Gobierno constitucional y una región cuyas autoridades circunstanciales se han alzado contra la ley. Atribuir a estos renegados una capacidad negociadora implicaría dinamitar el Estado de Derecho. Para colmo, el capo de los sublevados ha tenido la desfachatez de reprochar al Rey que no incluyera en su discurso de restauración del orden la palabra diálogo. Sucede que el Gobierno del Reino de España no tiene un interlocutor válido. El que pretende serlo se ha colocado premeditadamente del otro lado de la línea roja de la ley. Ni Felipe VI, ni Mariano Rajoy, ni la Comisión Europea ni el Vaticano pueden rebajarse al nivel de un sedicioso para dialogar con él.

Conspiradores torpes

La magnitud del esperpento que protagonizaron los miembros del Politburó catalán se refleja en el hecho de que, según la prensa, optaron por continuar urdiendo chanchullos sin escuchar al Rey ("Cita en Palau en la noche del Rey", LV, 5/10):

Se acercaban las 21 hs. y la inquietud por el mensaje del Rey que estaba a punto de emitirse irrumpió en la reunión. La mayoría republicana en la sala obvió la excepcionalidad de la aparición de Felipe VI en la televisión para dirigirse a los españoles más allá del día de Navidad.

Conspiradores tan torpes que prefirieron mirarse el ombligo en lugar de escuchar los argumentos de aquel contra quien conspiraban, aunque solo fuera para saber qué planes tenía para sofocar la conjura. Más una minoría desnortada que creyó posible tapar la voz de la razón con el tam-tam tribal de las cacerolas en los balcones…

Los parásitos bailan el mambo. Han matado muchos pájaros de un tiro. Las empresas del Íbex 35, las multinacionales, muchas medianas, algunas pequeñas, se van de Cataluña. Fuera el capitalismo. Disminuyen las reservas en las líneas aéreas, los hoteles, los restaurantes. Fuera el turismo. Saldremos de la UE y no vendrá la Agencia Europea del Medicamento. Fuera el imperialismo. "El clima de incertidumbre da un golpe a la venta de entradas y cancela actos y visitas" (LV, 7/10). Fuera la cultura. Huye la gente civilizada, a la que el atrabiliario caudillo del somatén carlista se jacta de dar miedo y amenaza con darle más.

La voz del amo

Ahora es obvio que cuando los lenguaraces conchabados se concertaron para aconsejar la ralentización del proceso hablaba la voz del amo. La pirueta de Puigdemont –que estira el plazo para aplicar el resultado de un referéndum ilegal y muy minoritario aun con la concurrencia fraudulentamente inflada– me recuerda lo que contó Raúl Larra, biógrafo del escritor argentino Roberto Arlt. Cuando este cometía alguna fechoría en su infancia, su padre, sádico y maltratador, lo atormentaba diciéndole: "Mañana te castigaré". Así también a los catalanes les prometen, no una noche de angustiosa expectativa, sino varias semanas de martirio, en las que continuará agravándose la fractura social y el empobrecimiento económico y cultural. Una crueldad extrema.

La exhortación del trilero a que las empresas sigan creando riqueza debería haberla acompañado de la enumeración de los lugares adonde trasladaron sus sedes sociales para protegerse de quienes abusan de su poder ciscándose en las leyes. Y al solidarizarse con los castigados por las porras, cuyas imágenes circularon por el mundo, el matón del barrio –"Damos miedo, y más que daremos"– omitió aclarar que las más truculentas mostraban a lesionados por los Mossos d’Esquadra entre los años 2011 y 2013 ("Las falsas imágenes del referéndum del 1-O", El País, 6/10).

Repetimos: es hora de desparasitar el organismo sufriente de Cataluña. Y no hay nada mejor para fumigar a estos agentes patógenos que convocar unas elecciones parlamentarias en las que se aplique el principio democrático cada ciudadano un voto,sin desequilibrios tramposos que favorecen a los más provincianos.

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