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Pedro de Tena

Inés, Inés, Inesita, Inés

Admítase que Cataluña está partida en dos y que todos tenemos que actuar en ese marco.

Nadie parece recordarlo, pero las elecciones de 1980 dieron la presidencia de la Generalidad a Jordi Pujol con el apoyo de la Esquerra de Heribert Barrera. Sumaron 993.000 votos y 57 escaños. Insuficiente. ¿Cómo se logró la mayoría necesaria? Por el apoyo a la investidura de los 18 escaños y casi 290.000 votos de Centristas de Cataluña, la UCD democristiana de Antón Cañellas. Aquellos primeros tontos útiles creían ser de los suyos, de la elite catalanista en cuyo horizonte se planeó rehacer el independentismo.

Ese fue el principio del inmenso daño que iba a hacer el contagio del virus nacional-separatista, aún disfrazado de tolerante paciencia, a la nación española. El compromiso constitucional –se esté o no de acuerdo con él– consistió en admitir la presencia política favorecida y bien retribuida de los nacionalismos periféricos a cambio de su lealtad a la solidaridad y la unidad nacionales. Lo mismo que hizo la II República aunque con mucha menos tolerancia y generosidad. Pero esto es lo que se ha venido traicionando desde hace más de treinta y cinco años, sin que los partidos constitucionalistas a derecha e izquierda hayan estado a la altura.

Aquel gran acuerdo, y la Constitución que lo sustenta, se ha ido desvaneciendo desde hace tiempo y ha desaparecido casi del todo el pasado día 21 de diciembre. El idílico paisaje de una posible convivencia democrática se ha borrado por la felonía de los separatistas, desde los asesinatos a las exclusiones, desde la desigualdad fiscal a los privilegios de la inversión nacional. Ya es oficial que hay tres minorías independentistas evidentes y con peso político, la catalana, la vasca y, en menor medida, la gallega que no quieren acuerdo salvo si les permite obtener mayor cuota de poder, prostituirlo a renglón seguido e imponer su voluntad a los demás españoles hasta la secesión final. Pero, oh, milagro, otra hojita, madre, tiene el arbolé, Inés, Inés, Inesita, Inés.

El ejercicio adoctrinador utilizado con las nuevas generaciones afincadas en tales territorios –que algunos discuten que haya sido eficaz– se ha unido a la contaminación ideológica de las cúpulas de los partidos tradicionales de derecha y de izquierda, sobre todo de esta última. Véanse los Maragall como paradigma. Súmese a esto el que tanto Felipe González como José María Aznar fueron, por interés partidista, desdeñosos con la idea nacional de España en Cataluña, provocando la desolación y el desamparo de centenares de miles de catalanes que se sentían españoles y querían seguir siéndolos.

Pero, hoy, además de la escuela y la universidad, de los pasillos parlamentarios y los enjuagues de despacho, hay afortunadamente otros medios de relación entre los ciudadanos. Yo creo que la comunicación transversal de estas redes ha sido esencial para que una estimable cantidad de españoles de Cataluña haya pasado de la resignación a la indignación y a la resistencia gracias a la referencia unificada de Ciudadanos. Dábales el aire, meneábanse, jaleábanse, jaleábanse, Inés, Inés, Inesita, Inés.

Dicho esto, desde 1980, las diferencias de voto entre la Cataluña separatista y la Cataluña constitucionalista han sido muy pequeñas. Pero el nacionalseparatismo –antes en la penumbra y ahora a plena luz del día– ha gobernado casi siempre, salvo en el período en que una cierta estrategia marxista –que nunca ha digerido bien los fenómenos nacionales– logró el gobierno PSC-Esquerra y comunistas de IU, el famoso tripartito, que en la práctica fue tan nacionalista como los Gobiernos anteriores, propiciando el crecimiento de Esquerra y su extrema izquierda y su vuelta al redil separatista en calidad de líder.

Hace once años, en 2006, año de la emergencia política de Ciudadanos, los partidos teóricamente constitucionales pesaban lo mismo que los nacionalistas en números de votos. En las elecciones de hace unos días, con la que ha caído de artículos constitucionales que parecen 155, prisiones, fugas y payasadas, el secesionismo ha superado ligeramente al constitucionalismo en número de votos, sin contar a Podemos y sus marcas entre estos últimos. No va a haber tregua.

El secesionismo aplazará, o no, dar un nuevo golpe de Estado, sobre todo porque no tiene fuerza real suficiente ni apoyo internacional. Pero los demás españoles en el resto de España y en Cataluña debemos tomar nota de que esto es una confrontación esencial que va a durar mucho tiempo, si es que antes no se precipitan soluciones drásticas. Va a ser una epopeya de la conciencia donde los relatos históricos, la veracidad de los datos fehacientes y la superioridad de la ética democrática tienen que vencer y convencer a muchos de los que hoy son víctimas de narraciones filorracistas, apocalípticas y segregacionistas. Admítase, pues, que Cataluña está partida en dos y que todos tenemos que actuar en ese marco.

Otrosí, digo que el PSOE haría bien en refundar su partido en Cataluña con posiciones claramente nacionales y constitucionales. El Icetatón ha resultado ser más un veneno que un reconstituyente. El PP debería sanearse de abajo arriba por muchas razones conocidas, si quiere sobrevivir. Ciudadanos haría bien en escuchar a Cayetana Álvarez de Toledo y hacer posible que su partido logre que las convicciones superen a las tentaciones y a las perversiones. Entre los tres, una vez bien pertrechados, está la posibilidad de erigir la nueva política necesaria para que la inmensa mayoría de los españoles podamos recuperarnos con orgullo y decisión y ganemos un futuro de convivencia real. De Podemos, con el liderazgo de Iglesias en entredicho y decadencia a pesar de que lo sabe todo, poco puede esperarse, como de Izquierda Unida. Ojalá, pero, por ahora, causas perdidas sin porte ni Norte y nuevos tontos útiles para el separatismo.

Inés, Inés, Inesita, Inés, arbolito verde, que mereces glosa jaleándote. La proeza política excepcional de esta paisana de Jerez, con muchos otros, claro, colocando una banderilla roja y gualda en todo lo alto del secesionismo, la ha convertido ya en una Inés de referencia, junto a otras, que España tiene varias. Gracias por el gran favor que nos has hecho, aunque parezca ahora que es inútil, y explícale a tu partido que lo que han perpetrado los separatistas en Cataluña se parece mucho a lo que hicieron los socialistas en otras autonomías y los populares en las que han dominado. Entonces, cuando se trate de no reincidir, muchos reconsideraríamos posiciones y quién sabe. Si va haber hojita nueva en el arbolé, que sea nueva y decente en toda España, Inés, Inés, Inesita, Inés.

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