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Miguel del Pino

Cini: nariz contra la diabetes

Los humanos somos muy deficientes en el sentido olfativo comparado con los perros capaces incluso de detectar cambios de glucosa en la sangre.

Los humanos somos muy deficientes en el sentido olfativo comparado con los perros capaces incluso de detectar cambios de glucosa en la sangre.
Los perros tienen especialmente desarrollados los lóbulos olfativos. | Pixabay/CC/85Miranda

Está visto que nuestro mejor amigo, el de cuatro patas y finísima nariz, nunca va a dejar de sorprendernos; el éxito periodístico se lo ha apuntado con todo merecimiento el diario ABC al lanzar a la popularidad a la primera perra española adiestrada para detectar cambios peligrosos de la glucosa en sangre en enfermos diabéticos.

La heroína es Cini, una preciosa Jack Rusell con el rostro lleno de pelos y una mirada traspasada por su inteligencia. Esta perrita ha sido adiestrada en un centro especializado llamado Canem y es el seguro de vida de su amiga y propietaria, una estudiante de 19 años residente en Zaragoza.

De manera que es la capital aragonesa quien puede decir con orgullo que se ha adelantado en este tipo de terapia, aunque hay 14 ejemplares más que pronto podían entrar en servicio tras un adiestramiento que dura por lo menos un año.

La capacidad de Cini para detectar subidas o bajadas peligrosas de glucosa en sangre con al menos veinte minutos de antelación a la llegada de ésta a limites peligrosos encierra todavía un misterio científico, porque no parece que la perra huela directamente el azúcar, sino alguna sustancia, probablemente de tipo hormonal, que podría segregar el enfermo cuando se desequilibra su glucemia.

Faltan muchos datos por conocer en cuanto a los mediadores y mensajeros hormonales, y en algunos casos concretos la Ciencia se mueve todavía por hipótesis no demostradas, de manera que si los perros detectores de glucemia nos abren puertas en este sentido tendremos una deuda más con nuestra especie canina aliada.

No olvidemos que fueron también los perros quienes condujeron, al menos parcialmente, al gran Claude Bernard al descubrimiento de la insulina.

Por lo general los humanos no llegamos a imaginar hasta dónde puede llegar el sentido del olfato en los mamíferos llamados macrósmicos, entre los que el perro figura en lugar destacado. Ya en el encéfalo de estos animales encontramos especial desarrollo en las zonas llamadas "lóbulos olfativos". El hombre es casi un inválido en relación con este sentido.

El olfato y el gusto son sentidos químicos que se basan en el contacto entre una sustancia olorosa con las papilas receptivas especializadas, que se encuentran principalmente en la lengua (gusto), y en el tejido llamado "pituitaria" localizado en el interior de la nariz (olfato)

El olfato es mucho más sensible que el gusto, ya que para gustar algo hay que introducirlo en la boca, disolverlo en la saliva e impresionar así las correspondientes papilas. En el sentido del olfato basta con que lleguen a entran en contacto con la pituitaria nasal las moléculas emitidas a la atmósfera por dicha sustancia.

En la escala del Reino Animal hay facultades todavía más prodigiosas a la hora de detectar partículas emitidas a la atmósfera, aunque no nos atrevamos en todos los casos a llamar olfato a esos sentidos especializados. Pensemos en los machos de las mariposas que acuden al lugar donde se encuentran las hembras, a veces a kilómetros de distancia al detectar con sus antenas las partículas segregadas por ellas.

Hemos llegado directamente al concepto de "feromonas", nombre que se adjudica a las sustancias segregadas por algunos animales que tienen función de comunicación, cuando son localizadas por los órganos correspondientes: las antenas en el caso de las mariposas que ponemos como ejemplo.

Nosotros los humanos somos muy deficientes en el sentido olfativo, posiblemente como consecuencia a la adaptación de nuestros ancestros zoológicos a la vida arborícola. En el mundo en tres dimensiones que supone el arbolado no son muy útiles las señales olfatorias, en cambio es necesario un excelente sentido de la vista.

En efecto, la vista es el más importante de nuestros sistemas de comunicación con el mundo, hasta el punto de que no nos resulta sencillo comprender otros medios de relación en el mundo animal, como el prodigioso olfato de los perros.

Si nos sentimos asombrados por las habilidades de ejemplares caninos adiestrados, como la perra Cini, detectora de la glucemia en sangre humana por los cambios que detecta su finísima trufa nasal, es posible que aprendamos a conocer mejor a nuestro propio perro, lo que nos ayudará a mejorar nuestra relación con él: cuidado con los perfumes demasiado intensos o con el empleo de detergentes o aromas inadecuados en la limpieza de su residencia o de sus rincones preferidos.

Cuando en sus paseos diarios el perro se afane en olfatear troncos de árboles, rincones de la calle o cualquier otro lugar u objeto, debemos tener la paciencia necesaria para darle tiempo en su exploración: al olfatear está "leyendo la correspondencia" que le han dejado sus amigos y sus rivales.

Esa correspondencia viene determinada por la impregnación de aquellos lugares con las feromonas que acompañan a la orina canina, y que pueden indicar el estado de celo o de dominancia de perros conocidos. o también de los extraños que hayan pasado por el territorio. No son justos los tirones de correa o las prisas durante el paseo: para el perro es muy importante tomarse su tiempo y orientarse como es debido.

Realmente no es sencillo comprender a fondo a un animal tan complejo como el perro; una buena amistad entre él y su amo, requieren la complicidad imprescindible para el diálogo entre dos seres inteligentes.

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