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EDITORIAL

La "ataraxia" de Rajoy puede llevarse por delante al PP

Los votantes parecen tener cada vez más claro que Rajoy no es el dirigente que necesita España... ni el PP la fuerza más indicada para responder a los desafíos que tiene planteados la Nación.

El Partido Popular celebró este lunes su Consejo Ejecutivo, reunión al más alto nivel en la que, en principio, se analiza la situación política, se elaboran estrategias y se marca la acción de Gobierno. A tenor de lo que dicen los estudios demoscópicos y de la abierta disposición de la extrema izquierda a violentar la convivencia, cabría esperar una reflexión profunda de los populares sobre los asuntos que están marcando el debate público, como las pensiones o la crisis catalana. También sería de esperar una severa autocrítica por el desplome del PP en todas las encuestas, que se está traduciendo en una subida extraordinaria de Ciudadanos, que podría arrebatar a los populares la primacía entre el electorado de centro-derecha.

Tanto la situación política general como las cuestiones internas que afectan al partido del Gobierno deberían, ciertamente, suscitar un debate a fondo en las filas populares. Sin embargo, la confrontación de pareceres es inexistente y la discusión sincera sobre los grandes temas del momento una entelequia, de manera que los cónclaves populares se caracterizan por su inanidad y por el servilismo de los asistentes, ninguno de los cuales se atreve a replicar a Mariano Rajoy, a pesar de que todo indica que los está conduciendo al desastre.

Los barones del partido siguen agazapados, bendiciendo con su silencio a un Rajoy encampanado y cuya única receta para resolver los problemas consiste hacer el menor ruido posible y confiar en que la amenaza podemita sea, nuevamente, determinante para no sucumbir en las urnas.

No es eso lo que anuncian los estudios demoscópicos ni, mucho menos, lo que se exige de un Gobierno que tiene que afrontar asuntos de hondo calado, como la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, la reforma de las pensiones, el debate parlamentario sobre la prisión permanente revisable o la elaboración de un Plan Hidrológico Nacional.

El presidente del Gobierno vive como en estado de ataraxia, al decir de algunos barones de su partido; pero nadie parece dispuesto ahí a pedirle que entre en acción. Los votantes, en cambio, parecen tener cada vez más claro que Rajoy no es el dirigente que necesita España... ni el PP la fuerza más indicada para responder a los desafíos que tiene planteados la Nación.

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