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Enrique Navarro

La hora de la catarsis

En su esfuerzo por eliminar a la oposición interna, Rajoy ha dejado al PP con una lista de candidatos tan ligados a él que no son alternativa.

España es un país singular que necesita de catarsis para progresar, incapaz de mantener la perseverancia y la honestidad durante largos periodos de tiempo. Ocurrió en 1923 y en 1898 con escaso éxito y en 1976 con indudables resultados. Ahora en 2018, estamos ante otra oportunidad histórica; el modelo político de la Constitución de 1978 está agotado; el sistema de partidos como acumuladores del poder hace aguas; la ley electoral pierde representatividad y el modelo autonómico está claramente en cuestión. Después de 40 años de Constitución, poco hemos avanzado en el modelo de cohesión territorial, lastre que llevamos acumulado desde los tiempos de la Reconquista.

La corrupción no es nueva en nuestro sistema político, es más, ha sido consustancial al gobierno desde los tiempos del duque de Lerma. Lamentablemente más que un lastre ha sido un elemento esencial del sistema político hasta el punto de que, con prebendas, se han conformado gobiernos y alianzas durante siglos. Sin embargo, la democracia con su modelo de representación tiene un objetivo básico: acabar con la corrupción política y económica, y esto tiene mucho que ver con la macrocefalia del estado, con las estructuras de partidos y con un sistema electoral que se empeña en establecer obstáculos entre representantes y representados.

La condena de la Gürtel me parece una anécdota, creo que no justifica una catarsis; porque esta condena no puede ser una sorpresa para nadie. El PNV y Ciudadanos han apoyado estos presupuestos conocedores de la sentencia en sus principales aspectos. Ni la detención de Zaplana ni de otros altos cargos del PP añaden nada nuevo. Creo que la sociedad ya ha descontado que muchos han llegado al PP y se han aprovechado de sus altos cargos para su beneficio personal, mientras exigían a los ciudadanos sacrificios, y aunque se depuren responsabilidades, han sido muchos los casos y con muy altos niveles de responsabilidad para mirar hacia otro lado. Solo ver como se detienen a personas humildes por robar arroz en los supermercados y como una presidenta de comunidad, candidato in pectore a la residencia del gobierno y responsable de hacer cumplir la Ley en Madrid, hurta unos botes de crema en un supermercado, es mucho más sangrante porque nos da el nivel del sistema y cómo posibilita que este tipo de personas puedan llegar tan alto en una estructura política. ¿En manos de quién hemos estado? Sin embargo, no podemos obviar nuestra mayor fortaleza, en España no hay más impunidad porque las propias detenciones y condenas son la mejor prueba de que el estado derecho funciona contra la corrupción y contra el independentismo.

Pero desde el punto de vista político, Rajoy tiene una responsabilidad histórica. Estamos en esa encrucijada en la que el país puede ir camino del esperpento o del conflicto permanente como ocurrió en Italia tras la caída de Bettino Craxi o en Grecia, o ser conscientes de que el sistema debe ser preservado y hacer una cura profunda de todos los errores; y eso pasa por modificar aspectos esenciales de nuestra vida política. Echar a Rajoy para que venga otro del PP, o Rivera o Sánchez con este modelo, nos llevará al camino equivocado, porque la sociedad es la misma y los males siguen enquistados en nuestro modelo político.

La ciudadanía tiene la percepción creciente de que todos son corruptos y que todos quieren aprovecharse de estas debilidades para sus réditos electorales. Podemos necesita la censura para superar el chaletgate, Pedro Sánchez para superar su paralización y Ciudadanos quiere elecciones ahora no vaya a ser que algo le acabe salpicando a medio plazo y se acabe la luna de miel. Bildu también necesita el cambio para avanzar en su modelo confederado y los secesionistas ven la oportunidad para conseguir una ilegítima independencia. En definitiva, el todos contra Rajoy está muy bien, pero cuidado porque esta puede ser una alianza para destruir España. Un voto de afirmativo de Bildu o de Rufián a Pedro Sánchez sería la muerte política del PSOE, y si Podemos apoya a un gobierno de Psoe y Ciudadanos, se enterrará políticamente; de manera que hay que tener mucho cuidado con no precipitarse por barrancos de los que no hay retorno y todo para terminar hundiendo al país.

Rajoy ya hace tiempo que está muerto políticamente. Es como un espectro que se pasea por la Moncloa esperando el momento de subir a los cielos de la expolítica; que en su afán por conservar una posición ha cometido el delito de llevarse por delante a su partido. En su legítimo esfuerzo por eliminar a la oposición interna, ha dejado al Partido Popular con una larga ristra de posibles candidatos, todos ligados en su destino a Rajoy de una manera tan sólida que son inválidos para ser alternativa.

Estamos en ese momento histórico en el que no bastan con contubernios o componendas; es el momento de los valientes y de adoptar decisiones que nunca se pasó por la cabeza adoptar. Y por eso es absolutamente imprescindible que Rajoy dimita; que un nuevo candidato del PP asuma el gobierno para pactar con Ciudadanos y el PSOE una agenda de reformas con tres objetivos: sistema electoral; ley de partidos y modelo autonómico, y quizás sea el momento de plantear otras reformas de mayor calado que nos hagan de una vez un país moderno que supere modelos que debieron desaparecer en 1789. Necesitamos regenerar España, no poner un parche.

Con unas nuevas normas, el país estará en condiciones de votar un nuevo Congreso y después afrontar una agenda reformista, que hoy en día sólo puede liderar Albert Rivera, superando el dilema PP/PSOE y articulando reformas de consenso que definan el modelo de país para el siglo XXI.

Disolver las Cámaras y convocar elecciones sería el mejor escenario para los enemigos de España; por eso la propuesta de Ciudadanos por mucho que le beneficiara, no sería en interés de todos.

Para que el sistema político y la nación sobrevivan es necesario que el PP y el PSOE encuentren nuevos líderes, que lejos de los radicalismos o los nacionalismos, contribuyan a una agenda de cambio que prime los valores de la igualdad, del estado de bienestar y la economía de mercado; los fundamentos ineludibles de cualquier estado democrático y que destierre de una vez para siempre la corrupción política y nos aleje de los radicalismos nacionalistas y políticos, que son la principal amenaza que debemos combatir para seguir construyendo España.

Ha llegado la hora del cambio, no ya para salvar al PP, sino para salvar a España, y la llave de esta nave la tiene Rajoy. Presidente, tu retirada sería hoy tu mayor contribución al futuro de este país que tanto quieres y al que tanto has servido. Hoy España te demanda el más noble de todos los servicios que un político debe prestar: tu dimisión.

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