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Pablo Planas

Pedro Duque y el 'procés'

La idea de España ha quedado en manos del PSOE, lo que significa jugar a la ruleta rusa con un revólver a cuyo tambor sólo le falta una bala.

Pedro Duque, en la Ciudad del Espacio | C.Jordá

Entre los parabienes a don Mariano Rajoy destaca el sentido epitafio escrito por Pablo Iglesias en el pudridero de Twitter:

Al margen del tono machirulo está palmario que entre el registrador de la propiedad y el hacendado de Galapagar había buen rollo, química y conexión. Por otra parte, creer que el respeto de uno mismo vale algo es cosa de nuevo rico con viejos modales de prepotente, en la línea chulito poligonero del macho alfa morado. Está claro. Iglesias se retrata solo. Un descenso a su Twitter da como para masacrar diecisiete veces a Torra. Por eso mismo el trino arriba referido es la estaca de madera en el corazón del vampiro. Sólo unas palabras a favor de Rajoy por parte de Rufián habrían sido más letales que esa cabeza de ajos contenida en el mensaje del camarada propietario de un chalé con piscina y mucho más.

¿Qué le sugerirá a don Mariano el elogio funerario de su amigo Pablo? Lo mismo le mola que a Iglesias le parezca que fue "inteligente" y "elegante" no aplicar el 155 de verdad y sin convocatorias electorales suicidas tras el referéndum ilegal en Cataluña del 9 de noviembre de 2014, el de Mas, aquel "simulacro" que no se había celebrado, según dijo todo ufano tres días después. Cierto es que cuando el 1-O del 17 compareció nada más cerrar los colegios electorales. "Ofrezco diálogo dentro de la ley", dijo.

Rajoy ha gobernado al gusto de los separatistas, mirando para otro lado, cabeceando sin ton ni son al pairo de las audacias nacionalistas, presumiendo de actitud con una intervención administrativa en Cataluña de mano blanda, fofa, mema, pacata y timorata que se le ha llevado por delante. Cómo habrá sido la cosa para que el nombramiento de Pepe Borrell en Exteriores haya causado más espanto que el malgastado artículo constitucional...

La idea de España ha quedado en manos del PSOE, lo que significa jugar a la ruleta rusa con un revólver a cuyo tambor sólo le falta una bala. En el Gobierno de las mujeres del hermoso Pedro destacan dos estrellas. Todo el mundo tiene grandes palabras para Nadia Calviño, pero brillan con luz propia Borrell y Pedro Duque.

Cabe constatar que el primero fue orador en las dos enormes manifestaciones a favor de la unidad de España que se llevaron a cabo en Barcelona en octubre del año pasado. El denominado látigo y martillo de los separatistas se mostró mohíno cuando el pueblo solicitó el ingreso en prisión del fugitivo Puigdemont, pero coincidió en lo sustantivo con Vargas Llosa sobre el carácter asesino del catalanismo.

En cuanto al sideral fichaje galáctico del dream team de Pedro Sánchez, el ingeniero aeronáutico Pedro Duque, nuevo titular del ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, nada consta, ni en las redes sociales, de su opinión sobre el caso catalán. Es el segundo español en llegar al espacio. El primero fue Miguel López Alegría, tres años antes, en 1995. El último Colón, un astronauta. ¿A ver qué piensa del procés?

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