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Pablo Planas

Borrell y Arrimadas

El flamante ministro de Exteriores conoce el paño y ha alertado sobre el enfrentamiento civil en la Cataluña amarilla de las madrasas y TV3.

Josep Borrell, en la gran manifestación por la unidad de España que se celebró en Barcelona el 8 de octubre de 2017 | EFE

El flamante Gobierno de Pedro Sánchez hubiera sido más flamante si cabe con Borrell en Política Territorial y Meritxell Batet en Exteriores, Transición Energética o Deportes Acuáticos. Sólo así resultaría algo creíble la retórica sanchista sobre el caso catalán. No es que Borrell sea un tremendo jacobino. En absoluto. Pero es que Batet ha propuesto a las primeras de cambio derribar la Constitución para dar gusto a los golpistas mientras estos parten del referéndum del 1-O y no renuncian a la unilateralidad.

El nuevo ministro de Exteriores no es el ogro "unionista" que pinta la propaganda independentista. A su parecer, la idea de España es tan relativa como la de Bélgica o Somalia. Es más bien partidario de la fórmula nación de naciones, del reconocimiento constitucional de la plurinacionalidad y de toda la mandanga del hecho diferencial catalán y el Estado federal. Pero a diferencia de la ministra Batet, Borrell participó en calidad de orador en las dos grandes manifestaciones a favor de la unidad de España que respondieron al golpe de Estado separatista en octubre del 17. El expresidente del Parlamento Europeo estuvo muy sosito en comparación con las intervenciones de Vargas Llosa y Manuel Valls e incluso afeó a la concurrencia que coreara el lema "Puigdemont a prisión". A pesar de todo, fue calurosamente aplaudido, más que nada por la extrañeza que causa contemplar a un socialista defender la unidad de España en una manifestación con banderas españolas en Barcelona.

Borrell conoce el paño y ha alertado sobre el enfrentamiento civil en la Cataluña amarilla de las madrasas y TV3. El separatismo ha reaccionado en tromba. Puigdemont, Torra y Elsa Artadi niegan que exista tal enfrentamiento. No hay moros en la costa de las cruces amarillas, las calles son suyas y un remanso de paz además. Igual que en el País Vasco del "Ven y cuéntalo". Lo dicen después de que Inés Arrimadas haya sido vejada en Vich por un centenar de miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR). Lo dicen después de miles de ataques a las sedes de partidos no nacionalistas, de cientos de agresiones a concejales y particulares no independentistas, después de haber marginado por razones de origen e idioma a cientos de miles de personas, tras infinidad de amenazas envueltas en la palabra diálogo.

Los dialogantes sostienen que Borrell es un ultra mentiroso que sólo quiere atizar el odio. También dicen que Arrimadas es una provocadora fascista que debería volverse a Andalucía. El Gobierno está dispuesto a negociar. El Govern de Torra, también. Sobre los plazos para la deportación de los disidentes.

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