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Miguel del Pino

Vida a la venta

España ocupa un lugar destacado entre los colaboradores en el tráfico ilegal de seres vivos según un informe de WWF.

España ocupa un lugar destacado entre los colaboradores en el tráfico ilegal de seres vivos según un informe de WWF.
Quema de toneladas de marfil procedente de la caza furtiva en Kenia. | Cordon Press

La prestigiosa organización WWF España, antes conocida como ADENA, acaba de publicar un nuevo informe sobre la preocupante situación que presenta el tráfico de seres vivos y de objetos fabricados con sus restos a lo largo de las fronteras entre Europa y los países tropicales. Desgraciadamente España ocupa un lugar destacado en la triste relación de colaboradores de este tráfico criminal.

Una peligrosa vuelta a casa

La publicación del referido informe en estas fechas no es casual ya que pretende advertir, a los viajeros que se desplazan durante al verano a países exóticos, de los problemas legales que pueden presentarse al regreso si son portadores de animales o plantas protegidos o de sus restos. El riesgo incluye hasta penas de prisión, aunque muy pocos lo sepan.

Las cifras del comercio de animales y plantas o de bisutería u objetos decorativos con base biológica son verdaderamente increíbles, pero aunque no nos resistiremos a aportar alguna de ellas, no debemos olvidar el mensaje principal, consistente en el carácter criminal de las mafias que amparan este tráfico.

En la sufriente África, parte del dinero del llamado "oro verde" sirve para financiar a las mafias que apoyan las guerrillas fronterizas, y este tipo de conflictos se encuentran en las bases de la necesidad de migrar que afecta a muchos seres humanos indefensos. En definitiva, hablamos de algo muy serio.

Al advertir a los viajeros del disgusto que puede esperarles en la frontera si vuelven con despojos biológicos o con seres vivos en su equipaje, no nos referimos sólo al que considera una gracia volver con un loro en el hombro o un cactus exótico en su maletín, sino también a incautos sin malas intenciones que compran bisutería con coral, carey o marfil, tanto en bruto como en forma de objetos artísticos.

Las pieles de felinos manchados son otro de los objetivos prioritarios de los traficantes, por lo que los viajeros deberán abstenerse de adquirir cualquier prenda o adorno que los contenga; actualmente quedan más tigres en los zoológicos que en libertad, por poner solamente un ejemplo en relación con la bellísima familia de los felinos manchados.

En cuanto al tráfico de marfil, especialmente vigilado en nuestras fronteras, conviene recordar que entre 25.000 y 30.000 elefantes mueren anualmente a manos de los furtivos que pretenden obtener sus defensas, que no son colmillos, como suele afirmarse, sino incisivos, de gran crecimiento especialmente en los machos adultos.

Tras la muerte de los elefantes se desarrolla un segundo drama todavía de mayor importancia que consiste en la pérdida de vidas humanas en las refriegas entre furtivos y vigilantes.

Los dirigentes de algunos países africanos que aún cuentan con poblaciones de elefantes han llegado a tomar medidas ejemplares como la quema masiva de toneladas de marfil incautado a los furtivos: Kenia es pionera en estas acciones cuyas imágenes dan la vuelta al mundo como icono de la lucha contra el furtivismo.

Tratemos de ilustrar la gravedad de la situación con algunos datos facilitados por convenio de Washington conocido como CITES, establecido para regular en diferentes niveles la necesidad de protección de las especies que se acogen a él:

En lo que se refiere a animales vivos objeto de tráfico que han pasado por las fronteras españolas durante el año 2014, las cifras son las siguientes: mamíferos 25.000, aves 140.000, reptiles 1.000.000, anfibios 35.000, peces 450.000 y 400.000 invertebrados, sin contar los corales, cuyo número, no exactamente cuantificado, superó notablemente el millón.

También el mundo de las plantas alimenta estas cifras de "vida a la venta" con 70 millones de orquídeas y 4 millones de cactus, pero hay que aclarar en favor de estos comerciantes que muchos ejemplares proceden del cultivo, lo que limita o anula los aspectos delictivos de este tráfico.

Volviendo a la fauna encontramos algunos ejemplos especialmente significativos en nuestro país, como el de las tortugas moras, que procedentes del vecino Marruecos entran con suma facilidad para alimentar el consumo de mascotas, sin papeles o con los mismos falsificados, a veces de manera burda. Las dos especies de tortugas terrestres españolas, la greca y la mora, se encuentran en riesgo de extinción y a veces son capturadas y vendidas por la dificultad de distinguirlas de las importadas de África.

En los últimos años un nuevo y floreciente comercio ha venido a incrementar las cifras del negocio: se trata del tráfico ilegal de angulas o de sus formas intermedias hacia los adultos, que son las anguilas. Hace pocos años la captura ilegal y la conservación de estos peces para enviarlos vivos a los mercados orientales era testimonial, pero se ha incrementado de manera espectacular durante las últimas temporadas.

Hay que evitar la colaboración con las mafias.

El mundo de los animales de compañía y de las plantas domésticas nos ofrece un inventario de especies que se pueden comercializar de manera legal; esta relación es lo suficientemente extensa como para que no haya necesidad de recurrir a formas exóticas protegidas.

Por otra parte, los amantes de lo insólito, pueden adquirir determinadas especies poco comunes siempre que se surtan en comerciantes legales que puedan facilitar animales o plantas inequívocamente avalados por los certificados que garanticen su origen en la crianza en cautividad.

Así de sencillo.

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