Ni el comercio común, inversiones, finanzas o relaciones industriales mutuas impidieron que millones de habitantes se lanzaran a matarse entre sí con saña.
Nadie, ni dentro ni fuera de Cataluña, reparó en el nombre de la entidad que había organizado aquel vistoso acto que contó con Torra como primer bailarín del coro.
La propaganda hay que leerla a la inversa. Como a Errejón, que denuncia el hambre en España mientras defiende, al negarlo, el hambre del 'socialismo del siglo XXI' en Venezuela.