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EDITORIAL

No es sólo Andalucía

En la situación de España, con un golpe separatista, un presidente sin escrúpulos y la amenaza de la izquierda totalitaria, es tiempo de claridad.

Quizá Juan Marín y la dirección nacional de Ciudadanos crean que la ambigua posición que están manteniendo en Andalucía y su rechazo frontal a cualquier tipo de relación con un partido perfectamente respetable como VOX –se compartan en mayor o menor medida sus posiciones ideológicas o programáticas, es imposible encontrar nada en su programa o en su trayectoria que sirva para tacharlo de antidemocrático– les favorece de cara a futuras confrontaciones electorales en esa región. No parece que sea así, pero es que además lo que Albert Rivera y los suyos se están jugando en los pactos electorales tras el 2 de diciembre no es sólo la Junta o su estatus en un territorio en el que parecen querer convertirse en la alternativa al PSOE por simpatía. Lo que está en juego es si el electorado va a poder confiar en Ciudadanos para cuando en mayo se plantee, como se planteará, la necesidad de expulsar de todas las instituciones posibles al comunismo bolivariano de Unidos Podemos y a este PSOE que pacta con el separatismo y los filoetarras.

La dirección del partido naranja debe ser consciente de que la irrupción de VOX ha supuesto un cambio radical de escenario, y, si no ocurre nada completamente extraordinario, serán necesarios pactos a tres para arrebatar muchas grandes ciudades y comunidades autónomas al Frente Popular que se ha formado desde la moción de censura contra Rajoy. Ciudades como Madrid, donde muchísimos electores van a votar con una única prioridad: echar a Carmena y a su cohorte de liberticidas y desastrosos gestores.

Y es que en muchísimos lugares esos votantes se decidirán entre la lista popular, la naranja o la de VOX por cuestiones de cercanía ideológica o por su mayor o menor empatía con cada candidato, pero siempre que tengan la seguridad de que su voto sirve para el cambio local… y para contribuir a expulsar a Sánchez de la Moncloa, en la que se ha atrincherado pese a su doble derrota electoral.

En Ciudadanos deberían dejarse ya de ambigüedades y de complejos que se les imponen desde unas posiciones políticas y unos medios de comunicación que hasta ayer mismo no tenían empacho en dedicar al propio partido de Rivera el tratamiento que ahora dedican a VOX. Pero sobre todo tendrían que ser conscientes de que no pueden presentarse a las próximas elecciones sin una política de pactos clara, de que no es posible hurtar a los votantes esa información que será de vital importancia para decidir su voto. Y si esto valdría para cualquier formación política, más aún para un partido que siempre ha presumido de su transparencia y de rechazar el oscurantismo de la "vieja política".

En una situación como la de España, con un golpe separatista en marcha, un presidente sin escrúpulos y la amenaza de la izquierda totalitaria bien presente, es tiempo de claridad, al menos si no se quiere caer en la irrelevancia.

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