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EDITORIAL

El Rey vuelve a dejar en evidencia a los indeseables Torra y Colau

Colau y Torra se comportaron como lo que son, dos sectarios de la peor ralea que utilizan sus cargos, que tan grandes les vienen, para tratar de ofender a España.

Este lunes comenzó en Barcelona el acontecimiento anual más importante en el sector de la telefonía móvil. El Mobile World Congress es, por ello, un escaparate excepcional para mostrar la pujanza de España en los ámbitos más punteros de la tecnología. Sin embargo, como viene siendo tradicional en los últimos años, los separatistas y sus aliados ultraizquierdistas en el Ayuntamiento de Barcelona no pierden la ocasión de proyectar sus frustraciones haciendo todo tipo de mamarrachadas contra España y su monarca, Felipe VI.

El momento elegido por el increíble supremacista Quim Torra para tratar de hacer un desplante al Rey fue cuando las autoridades se dirigían al expositor oficial de España; entonces, el indigno presidente de la Generalidad y sus secuaces desaparecieron como por ensalmo de la comitiva para no aparecer en la fotografía.

La noche anterior, la impresentable alcaldesa de Barcelona, Inmaculada Colau, se había sumado a las astracanadas del esbirro del prófugo Puigdemont evitando recibir al Rey a las puertas del recinto donde se celebra el MWC, como exigen el protocolo y un elemental sentido del decoro institucional. Colau y Torra se comportaron como lo que son, dos sectarios de la peor ralea que utilizan sus cargos, que tan grandes les vienen, para tratar de ofender a España en lugar de representar dignamente a todos los barceloneses y a todos catalanes, respectivamente, en un acontecimiento de alcance global.

Don Felipe estuvo soberbio, como siempre que tiene que soportar a personajes de semejante catadura. Su actitud dejó todavía más en evidencia a quienes le odian... tanto como odian a la Cataluña real, a la que provocan todo el daño que pueden en cuanto se les presenta la oportunidad.

Pedro Sánchez también estuvo en su línea. Su pánfila sonrisa mientras se afrentaba al Rey y sus gestos de camaradería con Torra y Colau son coherentes con la trayectoria de un individuo que, con tal de mantenerse en el poder, está dispuesto a cualquier cosa que le vaya mal al país al que no se cansa de traicionar.

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