La obsesión de la izquierda –no digamos ya del separatismo– con que se vea a Vox como un partido de apestados y radicales antisistema ha tenido una tóxica plasmación en la ubicación de los distintos grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados. Así, y por decisión de la alianza frentepopulista PSOE-Podemos, la Mesa del Congreso ha decidido relegar a los 24 diputados de la formación liberal-conservadora a las dos últimas filas del Hemiciclo, lo que popularmente se conoce como el gallinero. Por el contrario, partidos con mucho menos escaños, como el supremacista PNV, han sido beneficiados con posiciones de privilegio, justo detrás de los bancos azules del Gobierno.
Condenados a estar junto a los dos proetarras de Bildu, los 24 diputados de Vox no sólo se van a sentar detrás de los 6 del PNV, sino que van a estar cercados por los golpistas de ERC y Junts per Catalunya. Menudo cordón sanitario nauseabundo han pergeñado PSOE y Podemos contra un partido de impecables credenciales democráticas, que ya quisieran de hecho poder exhibir socialistas y neocomunistas.
Los diputados de Ciudadanos, muy ofendidos por haber sido desalojados de la parte central del Hemiciclo en beneficio de los recogenueces del PNV, han anunciado que recurrirán esta distribución, que, con mucho mayor motivo, recurrirán también los de Vox.
Sea como fuere, y por afrentoso que sea el trato dispensado a Vox en el Congreso, mucho peor es el cordón sanitario que el partido de Santiago Abascal sigue sufriendo en las negociaciones para la conformación de Gobiernos no frentepopulistas, como si se tratase de una formación fascista, inconstitucional o contraria a la democracia. Que en este punto socialistas y comunistas recurran al agitprop más repulsivo tiene su artera lógica; pero que Ciudadanos haga lo mismo es tremendamente injusto y una pavorosa insensatez.
Los de Albert Rivera siguen empecinados en un veto a Vox tan antiliberal y sectario como perjudicial para el propio Ciudadanos, que tiene la desfachatez de pretender que los humillados pretendan facilitarle su acceso a Gobiernos tan sensibles como los de Madrid (comunidad y ayuntamiento). Quién ha visto y quién ve a Rivera, que anda compartiendo tácticas con quienes han basureado a Ciudadanos como ahora se pretende basurear a Vox. ¿Acaso tiene el Síndrome de Esto-es-el-colmo?