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Eduardo Goligorsky

Autopsia del 'procés'

Ahora, para salvar España, urge zurcir el cuerpo del constitucionalismo, que parece estar tan descosido como el de su adversario.

Ahora, para salvar España, urge zurcir el cuerpo del constitucionalismo, que parece estar tan descosido como el de su adversario.
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont | EFE

Nada más lejos de mi intención que el promover la venta de un libro publicado por una editorial conchabada con la lacra supremacista y escrito por periodistas que dejan patente en el texto su voluntad de rescatar de la morgue el procés independentista, adornando con afeites épicos el referéndum ilegal del 1-O y demonizando a la Monarquía constitucional.

Sin embargo, el orgullo profesional de los autores ha sido más fuerte que su compromiso sectario, y cuando hurgan en las entrañas del monstruo para insuflar aires de verosimilitud a su relato, la autopsia del cadáver insepulto que ellos practican de mala gana deja a la vista del lector las taras de la confabulación. Por eso pienso que es útil divulgar sin silencios cómplices los resultados repulsivos de dicha autopsia entre quienes todavía comulgan con las ruedas de molino de la tramoya, porque si esos prosélitos conservan una pizca de sensibilidad, los espantará la estulticia de los renegados que los embaucaron y la pestilencia de sus malas artes.

Dos caciques tribales

El libro al que me refiero es Tota la veritat (VV.AA., Ara Llibres, 2019) y sus protagonistas son dos caciques tribales -Carles Puigdemont y Oriol Junqueras- que se disputan impúdicamente el privilegio de expoliar a los habitantes de cuatro provincias del Reino de España, que ellos pretenden convertir en su feudo personal con el nombre de "república catalana".

La guerra sin cuartel entre estos dos caciques, acompañados por sus respectivos séquitos de cortesanos étnicamente puros (condición sine qua non en sus currículos), está prolijamente documentada en este libro y rivaliza, por su profusión de traiciones, puñaladas traperas, fugas, filtraciones, injurias y espionajes recíprocos con las ficciones más estrambóticas de los folletines decimonónicos. (En LV, 2/12, Enric Juliana compara al golfo Puigdemont con el conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.) Con la salvedad de que lo que este libro describe sucede en la vida real en el siglo XXI. Y todo entre cofradías que simulan compartir un mismo objetivo patriótico, la independencia de Cataluña, cuando en verdad se trata de un puñado de fariseos a los que, una vez blindada la limpieza étnica, les importa un rábano el bienestar y la convivencia en Cataluña, España, Europa y el mundo civilizado.

El ciudadano domesticado por los trágalas de los dos contendientes que se disputan el territorio acotado descubrirá, atónito, que estos derrochan más dinero, tiempo y energías en intercambiar con sus competidores autóctonos los aguijonazos instintivos del escorpión que en zafarse del Estado por el que dicen sentirse oprimidos. Abundan en el libro las pruebas de que el odio cainita que desahogan entre ellos es tan encarnizado como el que derrochan contra sus hermanos españoles.

Ya en la página 27 los autores nos advierten que esta es la historia de un "tándem malavenido":

Contrariamente a lo que explica el relato público, el tándem Puigdemont-Junqueras chirría. No es que la relación entre los dos descarrile a mitad de camino, sino que todo se tuerce desde el mismo comienzo. Desde los primeros meses del Govern, se instala una profunda desconfianza entre ellos y también entre sus entornos.

Pacto espurio

Las semillas del pacto espurio que hoy madura se sembraron muy temprano. El 15 de marzo del 2016, Junqueras se reúne a espaldas de Puigdemont con el entonces jefe de la oposición, el felón Pedro Sánchez (pág. 29):

En el entorno del presidente se observan con desconfianza los viajes de Junqueras a Madrid para mantener contactos de alto nivel. Se aduce que el vicepresidente quiere aparecer ante los poderes estatales -y empresariales- como el hombre "razonable y sensato", en contraposición a los "imprevisibles" convergentes.

Sería aleccionador para los manoseados dos millones de catalanes que a lo largo del libro aparecen secundando el procés, enterarse de que mientras ellos salían a manifestarse, votaban sin fiscalización en urnas chinas introducidas de contrabando y se convertían en improvisados trasgresores de la ley, sus líderes andaban a la greña navegando en el limbo de su patología narcisista. Hasta el extremo de que cuando los autores ya están a punto de completar la autopsia, subrayan (pág. 304):

Además, la relación entre Puigdemont y Junqueras es más crítica que nunca. El exilio (sic) y la prisión han terminado de cortar la ya débil comunicación. El líder de JxCat le ha enviado una primera carta a Estremera (a él y a los otros presos a través de intermediarios) pero no tiene respuesta. Sus familias tampoco se comunican. La confesión que hará el cuñado de Junqueras en el programa FAQS de TV3, reconociendo que Puigdemont no había llamado a la esposa del presidente de ERC, ensanchará aun más el abismo personal entre los dos líderes.

Las cartas escritas y no respondidas se convierten en otro argumento de disputa.

Filtraciones y cotilleos

Quienes se han mantenido informados de las miserias del procés las encontrarán aquí confirmadas, paradójicamente, por los encargados de blanquearlas. Verán a Artur Mas actuando como componedor de chanchullos, a los Jordis inflamando los ánimos de los radicales, al espía antioccidental Julian Assange sumándose a la sedición y a Anna Gabriel pidiendo las cabezas de los blandengues. Llaman la atención las piruetas de Santi Vila, el camaleón que no ocultaba su discrepancia con la DUI pero mantenía una "relación privilegiada" con Puigdemont (pág. 54), quien lo utilizaba como correveidile con los"sorayos" de Madrid, a pesar de lo cual sus compañeros del Consell Executiu lo acusaban de "chivato" (pág. 64, en castellano) porque los menoscababa con filtraciones a la prensa y cotilleos con el mismísimo Puigdemont.

Precisamente la proliferación de filtraciones y cotilleos obligó a los máximos responsables del golpe a formar un Estado Mayor encargado de planificar y ejecutar primeramente el referéndum ilegal del 1-O y después la declaración unilateral de independencia en condiciones de secretismo y clandestinidad. Lógicamente, la aparición de este "sanedrín" (así lo llaman los autores) de élite, a cuyas reuniones y deliberaciones no tenían acceso los restantes consellers, provocó una escalada de conflictos en el seno de ese enjambre de trepadores que vivían enfrentados todos contra todos, intoxicados de celos, ambiciones y desconfianza.

Sedado en el frenopático

La primicia que corona el libro es el texto completo, hasta ahora inédito, del discurso que el entonces escriba subalterno Joaquim Torra redactó para que lo pronunciara el president Carles Puigdemont en el Parlament al declarar la independencia de Cataluña (págs. 165-180). Lamentablemente ese discurso quedó durmiendo en un cajón y el insurrecto leyó otro. Y digo lamentablemente porque si se hubiera dado a conocer el contenido insano del mamotreto y se hubiese revelado el nombre de su autor, hoy Joaquim Torra estaría sedado en un pabellón del frenopático y no suelto por ferias y carreteras de Cataluña, donde esparce la cochambre de sus delirios fermentados en ratafía y fomenta un tsunami de insidias y vandalismo que nos empobrece moral, social, cultural y económicamente.

Tota la veritat pretende transformar en epopeya el guiñol del procés difunto. Pero los embalsamadores del muerto no aparecen y este ha quedado abierto en canal, a la vista de todos. Y el espectáculo que brindan los parásitos instalados en sus entrañas es poco edificante. Si la buena gente que se dejó seducir por las patrañas de los timadores salvapatrias se acomoda a la realidad y quiere conservar un buen recuerdo de su fugaz desvarío, cerrará el féretro y lo sepultará antes de que esos parásitos hagan avanzar la descomposición. Que en paz descanse.

Ahora, para salvar España, urge zurcir el cuerpo del constitucionalismo, que a juzgar por lo que sucedió en la inauguración de la XIV Legislatura, parece estar tan descosido como el de su adversario.

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