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Pablo Planas

Guerracivilismo

La maquinaria mediática que sustenta el nuevo Gobierno ya se ha puesto en marcha para criminalizar a los disidentes.

La maquinaria mediática que sustenta el nuevo Gobierno ya se ha puesto en marcha para criminalizar a los disidentes.
Teresa Jiménez Becerril, clamando contra el pacto PSOE-Bildu | EFE

Guerracivilismo en el Congreso de los Diputados. Sus señorías de los partidos de izquierda se quejan de los vivas al Rey y a España, cuando los separatistas se ciscan en la monarquía parlamentaria y en la soberanía popular. Son los gritos con que los diputados de la derecha se dirigen al matadero metafórico de los fachas, fascistas y ultra ultra ultraderechistas, que es como se refieren los supuestos progresistas en posesión de la verdad y el poder a los miembros de los partidos de la oposición. En cambio, liberales y conservadores no llaman rojos a nadie. Es verdad que a Pedro Sánchez le llaman mentiroso, pero es que el presidente del Gobierno no resiste el más leve contraste con la hemeroteca.

Se quejan también sus señorías del PSOE de la campaña de correos electrónicos en contra del pacto con ERC y están dispuestos incluso a denunciar el acoso en los tribunales. Hacen bien. Podrían haber denunciado también cuando los independentistas marcaban con dianas sus sedes en Cataluña y País Vasco, igual que las del PP y Ciudadanos. Y puestos a denunciar, podrían haber acudido a los juzgados cuando tenían que salir escoltados del Parlamento catalán junto a populares y ciudadanos para no ser linchados por las hordas convocadas por sus actuales socios cuando el golpe de 2017. Sin embargo, les parece más grave recibir un spam que un escupitajo o una bofetada.

El ejemplo de Tomás Guitarte, el diputado de Teruel Existe, es definitivo. El Ministerio de Interior le ha puesto vigilancia por las amenazas recibidas. Una medida muy oportuna, pero que no le equipara con las víctimas del terrorismo, por mucho que se le pretenda presentar como el principal damnificado de una manada de pistoleros ultras que solo existe en la calenturienta imaginación de algunos diputados sanchistas, podemitas y bildutarras.

Sin embargo, la maquinaria mediática que sustenta el nuevo Gobierno, esa alianza entre el PSOE, Podemos y los separatismos periféricos, ya se ha puesto en marcha para criminalizar a los disidentes. La especialidad del sistema periodístico que con tanto esmero como ceguera cultivó y asentó el PP de Mariano y Soraya es crear estados de opinión en el que las víctimas son los verdugos y los golpistas, los demócratas auténticos. Tal es la eficacia de los procedimientos que en Europa se creen que Junqueras y Puigdemont no hicieron nada.

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