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Miguel del Pino

Vacuna de la gripe: ¿qué 'passa' contigo?

¿Dónde están las vacunas antigripales? ¿Se han comprado las vacunas? ¿Dónde están? ¿Quién será el encargado de distribuirlas?

¿Dónde están las vacunas antigripales? ¿Se han comprado las vacunas? ¿Dónde están? ¿Quién será el encargado de distribuirlas?
Vacuna de la gripe | Pixabay

Estos políticos van a hacer que terminemos todos hablando en cheli. ¿Qué ha sido de aquellas intenciones de adelantar la campaña de la gripe estacional para evitar la coincidencia de esta enfermedad con la covid?

Aquellos propósitos no podían ser más sensatos: la llegada del final del otoño y el comienzo del invierno nos traerán un año más los diversos coronavirus estacionales causantes de catarros, y también las variantes que correspondan a  esta  temporada del inevitable virus de la gripe.

No hay que sembrar confusión exagerando peligros, pero la coincidencia de altos niveles de toda esta indeseable familia vírica supondrá una complicación que podemos considerar en dos niveles diferentes, uno genético y otro epidemiológico.

Los problemas genéticos

Se ha llegado a imaginar la aparición de virus-Frankenstein, o lo que es igual, de monstruos especialmente agresivos para la salud  capaces de aumentar la virulencia y la capacidad de matar seres humanos. Hay que poner freno a estas especulaciones y evitar salir de los límites de la Ciencia cuando tenemos que enfrentarnos a un problema epidemiológico con la gravedad del que estamos sufriendo.

No se puede  descartar la posibilidad de que se intercambien fragmentos de material genético entre los distintos genomas de los virus que coinciden en el ambiente al llegar los fríos invernales, pero pasar a la ciencia-ficción sólo acarrea consecuencias sociológicamente nefastas.

Es cierto que los virus están en constante mutación y recombinación, pero que una epidemia se modifique de manera fulminante a causa de este fenómeno, no es ni previsible ni probable.

Los problemas epidemiológicos

Lo que es incuestionable es que si llegan a coincidir de forma masiva covid y gripe estacional, la alarma que se extenderá entre la población que vaya siendo afectada por los clásicos síntomas gripales como tos, fiebre o congestión respiratoria, conducirá a multitud de ciudadanos a los servicios de urgencias de atención primaria, con el consiguiente riesgo de colapsarlos.

Si tenemos en cuenta que un elevadísimo porcentaje de los muertos de la primera ola, especialmente entre los ancianos, se produjeron por la imposibilidad de atenderlos más que por la virulencia en sí misma del agente infeccioso, el colapso del sistema sanitario debe evitarse por todos los medios a nuestro alcance.

Será difícil no perder la serenidad si empezamos a sentir las molestias gripales que tan bien conocemos y que antes de la aparición de la covid nos hubieran remitido directamente a la cama, al vaso de leche caliente y, en su caso, a la media copita de brandy y a la vacación obligada. Ahora, el servicio de urgencias del Centro de Salud más próximo, que sin duda estará abarrotado, será nuestro objetivo inmediato.

¿Dónde están las vacunas antigripales?

Se está generando un misterio que no  parece tener muy claro su origen. ¿Se han comprado las vacunas? ¿Dónde están? ¿Quién será el encargado de distribuirlas? ¿Lo harán los farmacéuticos como ocurría en años anteriores?

De todas formas, la gran pregunta que está en el ánimo de todos los implicados es la siguiente: ¿va el Gobierno a requisar el contingente de vacunas antigripales para distribuirlo a su manera?

Nadie piense que imaginamos de manera gratuita: algo muy similar sucedió con los materiales que resultaban imprescindibles para la protección contra el Sars Cov-2 al comienzo de la primera ola. Enfermos y sanitarios heroicos pagaron las consecuencias de la deficiente distribución de equipos protectores por parte de unas autoridades sanitarias a las que tal empresa se les fue de las manos.

La primera consecuencia de la ineficacia fue la mentira: nunca se podrá olvidar la afirmación de Fernando Simón diciendo que “no eran necesarias las mascarillas”. Lo que no era necesario era el engaño, fiel acompañante de la ineptitud de quienes manejaron  aquellas trágicas jornadas. ¿Recuerdan la comisión de expertos que al final el Filósofo-Ministro de Sanidad acabó reconociendo que era sólo una invención?

Si quieren comprobar el desconcierto reinante en torno a la vacuna antigripal, pregunten en cualquier oficina de farmacia o traten de comunicar telefónicamente con su centro de salud. Cada día que pasa el problema se va agigantando.

Digan la verdad

Si hay problema de abastecimiento de vacunas, las autoridades sanitarias con su profesor de filosofía a la cabeza están obligadas a comunicarlo cuanto antes a la población; si se trata de un intento de monopolizar la distribución porque papá estado cree que puede hacerlo por sí solo mejor que nadie, rectifiquen, pero inmediatamente, porque se está creando un problema que puede hacerse muy grave y complejo.

A estas alturas el anunciado comienzo de la campaña de vacunación antigripal se ha frustrado, pero es que, dados los precedentes, tememos que tal inicio se haga de la peor manera posible.

¿Recuerdan el chiste de aquel gorrón que nunca pagaba en la barra del bar y cuando algún compañero lo hacía, recurría a decir: “no se me adelanten”? Claro que los conmilitones se conjuraron para no tomar la iniciativa, a lo que el caradura se enfrentó diciendo “no se me adelanten, pero tampoco se me atrasen”.

Pues eso: a nuestras supuestamente proteccionistas autoridades sanitarias habrá que remitirles a la cuchufleta anterior con referencia a la campaña de vacunación contra la gripe estacional: No se me adelanten, pero tampoco se me atrasen.

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