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Pablo Molina

Menos greñas y más kanfort

Iglesias cree que los pobres van sucios porque él nunca lo ha sido. Pobre, digo.

Iglesias cree que los pobres van sucios porque él nunca lo ha sido. Pobre, digo.
Pablo Iglesias. | Twitter

El atuendo con que el vicepresidente segundo participó en los actos oficiales del Día de la Fiesta Nacional no podía ser más apropiado. El look chatarrero búlgaro elegido para la ocasión, conjuntado con unos zapatos bien sucios, es la imagen perfecta de lo que Iglesias representa para gran parte de la sociedad española. La barba descuidada y el moño apresurado terminan de dar forma a un outfit que anuncia a España y el resto del mundo la clase de personaje que tenemos empotrado en el Gobierno. Bien por él.

Iglesias es muy dueño de ir sucio y mal vestido a un acto oficial. Pero lo que no le permito es que pretenda que así representa a la gente pobre. Eso sí que no.

Porque los pobres no van sucios a ningún sitio. En la España rural de los setenta, las familias numerosísimas de entonces no llegaban a final de semana (no digamos de mes) pero los niños íbamos impecables a la escuela todos los días. Con ropa mala, sí, pero limpia. ¡Y los zapatos relucientes, vicepandemias! A buenas horas iban a dejar nuestras madres que saliéramos de casa con el calzado polvoriento, las uñas sucias o desgreñados. Todos bien limpios y oliendo a colonia S3.

Iglesias cree que los pobres van sucios porque él nunca lo ha sido. Pobre, digo. Es un clásico. Los más guarros en los pueblos solían ser los hijos de las familias pudientes, que hasta se iban de viaje a Londres a comprar pantalones de segunda mano para escándalo blasfemo de las madres pobres, que jamás habrían dejado entrar en su casa una prenda así. Luego se hicieron comunistas porque sus familias podían permitirse meterlos en la universidad y tenerlos allí diez años cursando carreras absurdas. Hasta que se inventó Podemos. Ahora salen todos colocados (entiéndase).

Pero, aunque se empeñe el vicepandemias, ningún pobre va sucio, y mucho menos a ver al Rey. Iglesias ordenó al servicio que le manchara los zapatos de polvo la noche antes para disfrazarse de proletario, pero eso es un insulto a los que, al contrario que él, proceden de familias necesitadas.

La gente de abajo va limpia y vota a Vox. Esto de los podemitas es ya solo una extravagancia de los hijos de los que iban a Inglaterra a comprar ropa sucia y ahora aplauden a sus líderes millonarios cuando salen en la tele igual de fantoches, creyendo que hacen la revolución. Menos greñas y más kanfort, por favor.

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