El terrible virus nos ha borrado la risa de nuestras caras y ha tocado el final del partido de cientos de miles de ancianos. La vejez, esa prórroga roñosa de la vida, ha sido acortada de forma brutal e inesperada.
Los indultos de los delincuentes fueron el fruto podrido que coronó unos pactos mercenarios, a los que ni siquiera les faltó la bendición de los obispos catalanes.
Jesús Laínz uno de los escritores que más tiempo ha dedicado a roturar un terreno tan convulso como aquel en el que cristalizaron los nacionalismos fragmentarios.