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La república roñosa y cutre

Cataluña será más temprano que tarde independiente, dicen, pero desde luego no lo será con su dinero.

Cataluña será más temprano que tarde independiente, dicen, pero desde luego no lo será con su dinero.
EFE

Algunos protagonistas del intento de golpe de Estado en Cataluña se comportaron con notable entereza cuando su efímera república independiente se fue al traste. A diferencia de otros, hicieron frente a las condenas de cárcel con dignidad. Especialmente templado apareció siempre Oriol Junqueras, y eso que su físico no ayuda a representar la figura del valiente patriota que arrostra sin inmutarse todas las consecuencias de sus heroicas acciones. Visto cómo ha sido su vida en la cárcel y cómo ha pasado más tiempo fuera que dentro, su gesto altanero y su mentón al cielo resultan algo risibles, pero no cabe duda de que ha quedado mucho mejor que Puigdemont, un cagón incapaz de asumir el más mínimo mal que sus actos traigan y que, para escarnio de la república que decía encarnar, huyó escondido en el capó de un coche.

Pero, cuando ha llegado el Tribunal de Cuentas a reclamar las sumas de dinero malversadas por todos en su venerado procés, todo el orgullo y el pundonor se han venido abajo. Quieren, ansían, braman por la independencia. Pero a lo que no están dispuestos en absoluto es a pagarla. Cataluña será más temprano que tarde independiente, dicen, pero desde luego no lo será con su dinero. La imagen no puede ser más descorazonadora. Algunos, pocos, están dispuestos a ir a la cárcel entre semana por su idolatrada república independiente, pero ¿apoquinar por ella? Ni hablar.

Nadie puede ir a la cárcel por otro, pero abonar sus deudas sí puede hacerse. No obstante, nadie parece dispuesto a librar a los golpistas del embargo. La multitud de esforzados republicanos catalanes que abarrotan los Comités en Defensa de la República queman neumáticos, cortan carreteras e incendian contenedores, pero pagar, lo que se dice pagar, no están dispuestos a pagar un euro. Los muchos miembros de Òmnium Cultural y Assemblea Nacional Catalana, los miles de militantes de los partidos independentistas y los mismos votantes de esos partidos acudirán a cuantas manifestaciones les convoquen, pero no soltarán un céntimo para salvar a sus héroes. Bastaría con que la catalanísima familia Pujol se desprendiera de una mínima fracción de lo mucho que ha robado en nombre de Cataluña para que la deuda de los patriotas quedara enjugada. No han dicho ni pío. Tampoco parecen dispuestos a aflojar la mosca esos empresarios catalanes que tan partidarios son de todo aquello que conduzca a la normalización política a fin de crear un ambiente propicio para los negocios. ¿Indultar? Ahora mismo. ¿Sacar la billetera? De ninguna manera.

¿Qué clase de patriotas son éstos que no están dispuestos a gastarse un euro en su ideal? Desean la independencia, pero no explican qué clase de república quieren. Ni cómo piensan mantener a Cataluña dentro de la Unión Europea. Ni mucho menos qué garantías para ejercer su libertad tendrán quienes anhelen que Cataluña vuelva a ser española. Lo único que está claro es que ellos no van a pagar lo que cueste. Hasta ahí podíamos llegar.

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