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Antonio Robles

Isabel marcará una época

Será Isabel, de nuevo otra Isabel, quien sacuda a España de sus complejos.

Será Isabel, de nuevo otra Isabel, quien sacuda a España de sus complejos.
Isabel Díaz Ayuso. | CAM

Hoy se niegan a definir a Cuba como dictadura, ayer el TC declaró inconstitucional su confinamiento, antes de ayer apoyaban el aval de 10 millones del fondo de la Generalidad para cubrir el dinero defraudado por los golpistas… No pierden ocasión de deteriorar nuestras instituciones. Con prisas y sin pausa, este Gobierno mina los fundamentos de la nación.

Cambian Gobiernos, pasan ministros, pero el problema de España sigue sin abordarse. Es una cuestión de autoestima. Sus propios ciudadanos temen identificarse con ella.

Podía haber sido Álvarez de Toledo. No la dejaron, le cortaron las alas sin advertir que se las quebraban a España. Pero será Isabel, de nuevo otra Isabel, quien sacuda a España de sus complejos.

Tras el encuentro con Pedro Sánchez, Isabel Ayuso dijo cosas veredes mil veces advertidas en Cataluña, y cien mil veces ignoradas en Madrid. En su boca, y sobre todo con su descaro, resultan revolucionarias, reales e inaplazables: España "está secuestrada en manos de minorías que la odian y nos recuerdan cada día que quieren acabar con ella". Y advirtió a Pedro Sánchez: "Si sigue por este camino, tocará decidir o su futuro o el de España".

La advertencia al felón no es en sí novedad, lo es que la haga una presidente de Madrid, una dirigente del PP nacional, con el descaro, la rabia y la nula precaución diplomática que los dirigentes nacionales de España han profesado con sumisión y complejos a la casta nacionalista sin provecho alguno. Una mujer liberal, moderna, tan alejada del olor a incienso de los nostálgicos del franquismo como de los pusilánimes de izquierdas con la cuestión nacional.

Por primera vez, el tono, la aspereza, la crudeza formal de la rueda de prensa estuvo a la altura de la acusación. Se acabó la sumisión a esa falsa hegemonía moral que han esgrimido los enemigos de España. Se acabó templar gaitas, simular que podemos dialogar el bien común. Muy al contrario, la patada de Isabel Ayuso al tablero nacionalista es una declaración de guerra a los enemigos de España. Sin matices, sin lenguaje inclusivo ni falsa caridad cristiana. Frente a ventajistas, frente a delincuentes, democracia y tribunales. Fuera caretas. Si no me respetas, no te respeto; si quieres acabar con la sociedad política que nos hemos dado todos, no eres una víctima, eres un egoísta, un embaucador, un mafioso, un peligro. Y como tal hemos de tratarte.

"Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó parar". ¿Se acuerdan? Paradojas, aquel estado de ánimo revolucionario de la Cuba comunista ha cambiado de bando. Ahora es Isabel Ayuso quien ha enarbolado la bandera de la libertad en Madrid para denunciar la alianza reaccionaria del comunismo y la identidad. En Cuba y en España. En Cuba impusieron el comunismo en nombre de la patria. "Patria o muerte". En España impusieron la identidad contra la patria común. "Puta España". Izquierdas y derechas nacionalistas. En la Cuba de Batista un negro no tenía derecho político alguno; en la comunista, ninguno, fuere blanco o negro. En Cataluña, el castellanohablante es un ciudadano de segunda. En Cuba, el comunismo lo pervirtió todo. En España, la alianza nacional-izquierdista.

A todo eso y a mucho más, Isabel Ayuso le ha plantado cara. Con ella nacerá una generación libre del fantasma de Franco, del estigma de facha por el mero hecho de ser español. No es esclavo el que lleva cadenas, sino el que las asume. Y Ayuso las exhibe con orgullo contra sus acosadores. Y, como si su campaña populista de "Comunismo o libertad" fuera una premonición, el pueblo cubano encarcelado en su propio país acaba de convertir la maldita cárcel cubana de "patria o muerte", en "patria y libertad". El aleteo de Isabel puede marcar una época. Un vendaval nunca es casualidad, sino la culminación de un estado emocional. Puede que ella sea la mariposa.

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