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Mbappé, el valor de los sueños

¿Pueden los sueños dirigir la vida de los hombres?

¿Pueden los sueños dirigir la vida de los hombres?
Cordon Press

¿Pueden los sueños dirigir la vida de los hombres? ¿Puede un jugador de fútbol renunciar al vil metal por vivir su sueño? ¿Todo hombre tiene un precio?

Seguro que el joven Kylian Mbappé tiene el suyo, pero, si hacemos caso de la prensa deportiva, desde pequeñito fue fan del Real Madrid y de sus dos jugadores más emblemáticos, Cristiano Ronaldo y Zinedine Zidane, los dos, historias vivas del mejor equipo del s. XX. Y no lo escondía, su cuarto estaba empapelado literalmente con imágenes de ambos. Seguro que tantas leyendas juntas habrán influido lo suyo en las emociones de un niño, que desde bien pequeño sobresalió con un balón en los pies.

Las emociones de un rapaz no son fáciles de borrar. De hecho, camufladas en el subconsciente, suelen dirigir el resto de nuestras vidas. El rastro de esas emociones lo dejó en un tuit frente a la negativa de su club, antes de devolverlas prudentemente a las sombras de su mente: "Reprograma tus sueños para más tarde". Si atendemos a su biografía, fueron los triunfos del Real Madrid y esos jugadores excepcionales los que le robaron el alma desde bien pequeño.

La cuestión ahora es si el joven Kylian Mbappé tendrá arrestos para defender su sueño o se venderá al diablo. ¿Podrá aguantar hasta el 1 de enero, cuando ya podría firmar por el Real Madrid sin que el PSG se lo pudiera impedir legalmente? No es cuestión menor, ni se reduce al mundanal ruido del deporte. Por el contrario, es una de las ambivalencias humanas entre la cordura y la ambición, que tan bien reflejara Goethe en Fausto. Vender o no tu alma al diablo por lograr cuanto codicias. Seguramente nunca hemos vivido una época como la nuestra en la que el dinero haya sido tan determinante para comprarlo todo. Incluidos el poder y los sueños. Aunque en este caso nos quedará la duda de si el Mefistófeles de Catar podría garantizarle los sueños mejor con toda su riqueza que el Real Madrid con su leyenda deportiva. Lo que en economía se dice ‘valor añadido’. Una paradoja más en este Fausto moderno, donde Kylian Mbappé tiene, en cualquier caso, garantizado un contrato millonario, y adosadas todas las características de esta generación de jóvenes engreídos por el éxito, a los que el narcisismo y la constante insatisfacción por lograr más y más éxitos les acaba haciendo esclavos de su toxicidad. Difícil escoger entre la vanidad del dinero y la vanidad del éxito deportivo. Y casi imposible juzgarlo.

Aun así, y a pesar de esa niebla que ha difuminado los límites entre la belleza y la obscenidad en pleno relativismo posmoderno, sigue vigente la tercera pregunta a propósito de Mbappé: ¿todo hombre tiene un precio?

El joven Kylian tiene la oportunidad de ser leyenda antes de ganársela. Una oportunidad que sólo los ungidos por la fortuna tienen a mano. Si resiste la presión y no se deja comprar, se convertirá en el primer jugador de la historia que se negó a reducirse a simple mercancía. Y eso valdría oro en un mundo de marketing donde los grandes magnates de la cosa necesitan leyendas para convertirlas en oro. Nueva paradoja.

Puede que Mbappé pierda millones por convertirse en historia del mejor equipo del mundo, puede que se le cuestione por perder sólo parte de la riqueza que en realidad le sobra; pero no dejarse comprar en un mundo donde todo se reduce a mercancía es hermoso. Y una lección para tantos niños, que ven en sus ídolos un espejo donde reflejarse.

El fútbol español ya posee tres gacelas habilidosas y rápidas como el viento: Ansu Fati, Camavinga y Vinicius. Uno de enero de 2022, el suelo retumba y a lo lejos se levanta una polvareda. Es Mbappé que se confunde con una manada de búfalos. Empieza la leyenda.

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