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Jesús Fernández Úbeda

Casado dice tacos y Yolanda Díaz sigue en catequesis

El líder del PP soltó un "coño" blandiblú, con la impostura del niño abrumado y tímido. La vicepresidenta recurrió a San Mateo.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, interviniendo este miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso. | EFE

Pablo Casado, después de, entre otras cosas, rebajar a la mitad su dato erróneo sobre el número de muertos por covid-19 del lunes, interpeló a Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno de este miércoles: "¿Qué coño tiene que pasar en España para que usted asuma sus responsabilidades?". Lo hizo con la impostura del niño abrumado y tímido que se subleva mascullando, sin convicción. Fue un "coño" blandiblú y hueco, de muñeca hinchable, como pronunciado por Butters, el personaje de South Park. En realidad, el jefe de la oposición parafraseó al actual presidente del Gobierno que, en marzo de 2015, tras unas inundaciones terribles en la Ribera del Ebro, preguntó al entonces líder del Ejecutivo "qué coño" tenía que "pasar en este país para que Rajoy" visitara la zona. Con más énfasis y con más mala leche, dónde va a parar, el macho alfa socialista dijo la misma grosería excedente. Excedente, sí: porque entre la beatería verbal y el taco a deshora hay un mundo.

Sobre el papel –si bien se sabe que el orden del día parlamentario, en lo que se refiere a las preguntas al Gobierno, vale menos que el bolívar–, Casado iba a preguntar –y preguntó– a Sánchez cuándo prevé convocar el debate sobre el estado de la nación, pero, para aliñar su intervención, y a Dios gracias, recurrió a la pandemia, a la subida ininterrumpida del precio de la luz y, sobre todo, al niño de cinco años acosado por nacionalistas catalanes en Canet de Mar. El líder del PP exigió al Ejecutivo que aplique el artículo 155: "Si está haciendo la vista gorda por sus votos, el que está cometiendo un delito de prevaricación es usted". El presidente del Gobierno respondió: "Vamos a celebrar el debate sobre el estado de la nación el próximo año". Sobre la familia acosada en la citada localidad barcelonesa, ni mú.

En su réplica, Casado se creció, lamentó la "insensibilidad" de Sánchez, mencionó al exmarido de Mónica Oltra y a las menores tuteladas prostituidas en Baleares e hizo la ya mencionada pregunta del chichi. El presidente del Ejecutivo se hizo el longuis y siguió a lo suyo, sin mancharse. Inés Arrimadas insistió con el tema de Canet de Mar: "¿Qué tiene que decirle a esa familia como presidente del Gobierno". Sánchez dijo que su equipo "está comprometido con la legalidad democrática", y blablablá, y que "no vamos a politizar" el asunto. La líder de Cs también pidió la aplicación del 155: "Cuando tienen de verdad al fascismo y al odio delante, nunca actúan". Respuesta de Sánchez: "Están ustedes hablando del apartheid lingüístico. ¿Pero saben ustedes lo que ha supuesto el apartheid? Por favor, no politicen la lengua". Y hale, despachada.

Ave Yolanda purísima

Una experiencia cuasi religiosa fue el enfrentamiento entre Teodoro García Egea y Yolanda Díaz. El secretario general de los populares se sorprendió –en plan artificial, se entiende– ante "cómo ha evolucionado el comunismo: han pasado de criticar los chalés a comprárselos", e, inevitablemente, mencionó el encuentro de la vicepresidenta segunda con Francisco: "Criticamos la asignatura de Religión, pero luego vamos al Vaticano". "Repase –dijo la ministra de Trabajo– usted San Mateo, 19, 23-30". En este pasaje, Jesucristo afirma: "De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos". ¿Estaría la efervescente lideresa pensando en Pablo Iglesias? Ahora que España, por fin, empieza a dejar de ser católica de verdad –según el CIS del octubre pasado, se declara católica el 55,4% de la población; entre los jóvenes de 18 y 24 años, sólo el 28,2%–, es maravilloso contemplar cómo socialistas y podemitas se matan por conseguir una audiencia papal. El editor de Letras Libres España, Daniel Gascón, me dice al respecto: "Hay una parte muy curiosa de un sector de la izquierda al que lo único que le gusta más que un militar es un cura".

Posteriormente, la diputada del PP Sandra Moneo también lamentó que la familia de Canet de Mar sea perseguida y acosada "por pedir algo tan sorprendente" como que el niño sea educado "en la lengua oficial de este país". La ministra de Educación, Pilar Alegría, acusó a la popular de "meter a la escuela en un pimpampum político" y se preguntó, tan pichi, "cuándo el PP ha dejado de ser un partido de Estado, cuándo ha dejado de ser esa derecha responsable".

Para finalizar, a modo de curiosidad: la primera diputada en llegar al hemiciclo fue Cayetana Álvarez de Toledo, y se tiró largo rato sola, sentada en su escaño, "como un poeta en el aeropuerto" (Sabina). Ahí había una foto. Conversó con Sergio Sayas, de UPN, en los minutos previos a la sesión.

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