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Carmelo Jordá

¿En qué momento se jodió Iberoamérica?

Argentina, Venezuela o Cuba no son espejos en los que mirarnos; pero eso es exactamente lo que estamos haciendo.

Argentina, Venezuela o Cuba no son espejos en los que mirarnos; pero eso es exactamente lo que estamos haciendo.
EFE

"¿En qué momento se había jodido el Perú?", se preguntaba Vargas Llosa en el inicio de su monumental Conversación en La Catedral, quizá la mejor novela en español de todo el siglo XX. La pregunta no tenía una respuesta clara en los cientos de páginas del libro, pero hay ocasiones en las que sí es relativamente sencillo saber cuándo se ha jodido un país: España, por ejemplo, lo hizo la mañana del jueves 11 de marzo de 2004; y, por desgracia, me temo que Chile lo hizo este domingo.

Durante los últimos 40 años, aproximadamente, Chile ha seguido un camino diametralmente opuesto al de la mayoría de los países de Iberoamérica. Primero lo hizo como una dictadura, sí, pero la mayor parte de ese recorrido lo ha hecho como una de las democracias más sanas y estables de la región. Como es lógico, el resultado de ese rumbo tan dispar ha sido también totalmente diferente al que han logrado sus vecinos: infinitamente mejor que el de Argentina o, no digamos, Venezuela o Cuba, pero también muy por encima de Brasil o Perú, aunque este último sí había iniciado una senda de progreso muy notable de un tiempo a esta parte.

Pero a pesar de ese éxito absolutamente innegable, los chilenos votaron este domingo, y lo hicieron de una forma bastante masiva, por cambiar y parecerse más a todos aquellos a su alrededor que ejemplifican uno de los mayores fracasos colectivos de los últimos siglos de la humanidad.

Así que, más allá de las respectivas jodiendas de Perú o Chile, cabe preguntarse en qué momento se jodió toda Iberoamérica, cuándo le agarró ese virus del izquierdismo tan virulento que incluso lleva a convertirse en furibundos izquierdistas a aquellos que han emigrado de sus países porque la izquierda los ha arrasado, como el ínclito Echenique; esa enfermedad tan voraz que hace que las sociedades iberoamericanas elijan una vez y otra y otra y otra a aquellos que les están llevando a la miseria; esa dolencia que provoca que no dejen de desear lo que está más que comprobado que no funciona.

Aldo Mariátegui se preguntaba este martes en Libertad Digital "por qué Iberoamérica es tan cagona" y, sobre todo, por qué esa gran región es tan "adicta al fracaso". Me temo que ni él ni yo tenemos por ahora respuestas a nuestras dudas, pero es absolutamente necesario saberlo, no sólo porque si descubrimos la raíz del mal quizá podamos empezar a solucionarlo, sino porque encima ahora Iberoamérica está exportando a España el mismo izquierdismo liberticida y depredador que ha arrasado todo un continente. Y ya les digo que Argentina, Venezuela o Cuba no son espejos en los que mirarnos; pero eso es exactamente lo que estamos haciendo.

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