
Españoles: Pablo Casado ya es historia, un cadáver político certificado. El, mientras redacto, todavía presidente del Partido Popular, o, más bien, de sus cochambrosas ruinas genovesas, abandonó este miércoles 23-F el Parlamento taciturno, sombrío y arropado por el aplauso hipócrita y seboso de quienes hasta este lunes le hubieran hecho un masaje tailandés y, desde este martes, opositaron de una manera descarada a Judas de todo a cien, como pasados por Secret Story, por eso de que la vida sigue y hay que invertir en futuros carguitos.
A eso de las nueve menos veinte, parecía que en el Congreso firmaba discos C. Tangana: la cola de periodistas asomaba por Cedaceros y, una vez dentro, más de uno se dirigió/nos dirigimos hacia el Palacio de las Cortes como si nos persiguiera Jack Torrance con un hacha. Cuando el –¿aún lo sigue siendo?– líder del PP entró en el hemiciclo, un diputado, más que aplaudir, dio dos palmadas y, viendo que nadie le acompañaba, cesó su amago de agasajo. Un murmullo tanatorial prologó la intervención de Casado, quien reivindicó la "concordia" y la "reconciliación" frente "al rencor y la ira" –ya lo podría haber practicado con Ayuso–, pidió a Sánchez ensanchar "el espacio de la centralidad" y deseó que "el Gobierno se ponga al servicio del interés general", "todo para servir a España y a la causa de la libertad, porque ese es el futuro que merecen nuestros hijos". La pregunta parlamentaria –"¿Cuánto más está dispuesto a ceder a sus socios independentistas para seguir en La Moncloa?"– se la ahorró.
Cuando el presidente de los populares concluyó, sus diputados, o los diputados que fueron suyos, le aplaudieron sin rubor, como a un gladiador caído, creyéndose sacrificadores y no carniceros, como dijera el Bruto del Julio César de Shakespeare: "Matémosle, dignísimos amigos, con valor, no con saña. Que aparezca manjar para los dioses preparado, y no despojo de lebreles digno". Pasa que le han matado sin valor, con el Costa Concordia hundiéndose y con la figura de un nuevo patrón asomando por el horizonte.
En su réplica, el macho alfa del Ejecutivo, "desde la diferencia y la discrepancia política", deseó a Casado "en lo personal lo mejor". Sánchez tiró de estribillos, que si el Gobierno "está en superar esta emergencia sanitaria", "en consolidar la recuperación económica y en aprovechar los fondos europeos", etecé, etecé, y lamentó que, "en estos dos años", la oposición se haya instalado "en la descalificación constante". El coautor, o lo que sea, de Manual de resistencia –igual el líder del PP le echa un vistazo– remató su intervención anunciando que "el Gobierno de España no va a adelantar las elecciones generales". La bancada sociata se dejó las manos aplaudiendo y, en ese momento, Casado abandonó el hemiciclo junto a su raquítica orquesta del Titanic, conformada por Pablo Montesinos, Ana Beltrán y Antonio González Terol.
Después, Arrimadas dio el pésame al PP, Cuca Gamarra expresó su "gran respeto y agradecimiento al presidente" de su formación, Espinosa de los Monteros denunció que el Gobierno de Sánchez es "el peor desastre económico que ha conocido España desde la Guerra Civil", y Félix Bolaños deseó una pronta recuperación al partido que, desde hace unos días, se ha visto superado por Vox en los estudios demoscópicos.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, redactor en Libertad Digital, colaborador en la revista Zenda y autor de los libros No le des más whisky a la perrita, Estado incivil/Concierto de alcaudones y Nido de piratas. La fascinante historia del diario Pueblo.
