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Cristina Losada

¿Y qué haremos contra el genocidio?

Si el presidente del Gobierno dice que hay un genocidio en Ucrania tiene que actuar, y si no va a actuar, mejor que no diga nada.

Si el presidente del Gobierno dice que hay un genocidio en Ucrania tiene que actuar, y si no va a actuar, mejor que no diga nada.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. | E. Parra. POOL / Europa Press

Ha dicho Pedro Sánchez que por qué no decir genocidio para referirse a la masacre de civiles perpetrada por tropas rusas en Bucha. El mundo entero está conmocionado por los testimonios de los supervivientes y las imágenes de lo sucedido durante la ocupación rusa de esa localidad ucraniana, y el presidente del Gobierno de España ha querido sumarse a la condena en los términos más duros. De ahí que, en un foro económico, que no es el lugar más indicado para este clase de declaraciones, dijera que "vamos a hacer todo lo posible" para que no queden impunes quienes perpetraron "esos supuestos casos de lesa humanidad, de crímenes de guerra y, por qué no decirlo también, de genocidio".

La pregunta de por qué no decirlo tiene una respuesta en la que no ha pensado, por lo que se ve, Pedro Sánchez. Porque un genocidio exige actuar. Ante un genocidio uno no se queda cruzado de brazos a la espera de que llegue el momento, si llega, de juzgar a quienes lo perpetraron. Más aún cuando sus autores siguen en condiciones de perpetrar genocidios en otros lugares de Ucrania. Más todavía si el genocidio no tiene lugar en la otra punta del planeta, sino aquí al lado. Si Sánchez está convencido de que ha habido un genocidio en Bucha tiene que proponer un plan de acción de inmediato. Más claramente: una intervención. ¿O va a decir genocidio pero no va a hacer nada? ¿Cómo es eso? ¿Hay un genocidio y propone que sigamos siendo meros espectadores?

Sólo quien no da valor a la palabra y a las palabras puede hablar en esos términos imprecisos y descuidados, como si decirlas no tuviera consecuencias. Tal vez porque son más conscientes de las consecuencias que entraña decir una u otra, la mayoría de los gobernantes europeos han evitado decir eso que Sánchez ha dejado caer, como si tal cosa. El presidente español es, por ahora, junto al primer ministro polaco, el único que ha querido ir más allá en las palabras, pero, en su caso, sin ir más allá en los actos, que es lo definitorio. Ningún gobernante serio puede soportar fácilmente la contradicción de condenar un genocidio y no hacer nada para evitar que se siga perpetrando.

La devaluación de las palabras es un problema en todas partes. El mundo justiciero es muy aficionado a grandes palabras que no se traducen en nada. Esta declaración de Sánchez lo ejemplifica. Igual que ejemplifica, nuevamente, el poco valor de su palabra. Es muy cómodo destacarse en la condena cuando esa condena no tiene ningún efecto real. Sánchez es un gobernante, no un activista ni un experto. Si el presidente del Gobierno dice que hay un genocidio en Ucrania tiene que actuar, y si no va a actuar, mejor que no diga nada.

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