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El maestro Ciruela ataca de nuevo

Zapatero se ha convertido en un detector de delincuentes: allá donde se acerca y abraza, tenlo por seguro, estás ante un golfo de categoría especial.

Zapatero se ha convertido en un detector de delincuentes: allá donde se acerca y abraza, tenlo por seguro, estás ante un golfo de categoría especial.
EFE

Rodríguez Zapatero, el payaso español más internacional, ha salido de gira este verano para dar dos funciones: una, cacareando sobre una sola pata por el indulto a Griñán; dos, haciendo de predicador progre en un seminario en Buenos Aires, rodeado de otros célebres tragasables de la causa latino-comunista. El expresidente español se ha convertido en un perfecto detector de delincuentes: allá donde se acerca y abraza, tenlo por seguro, estás ante un golfo de categoría especial.

Decían algunos de sus allegados en León que no era un hombre muy inteligente. Es una manera elegante de admitir lo que todo el mundo sabe, que tiene el bagaje cultural de un canto rodado, pero hay que reconocer que ha sabido rodearse de una eficaz corte de promotores revolucionarios, que han ocupado el lugar de los promotores inmobiliarios de los 90 en el escalafón de amontonar billetes debajo del colchón.

Este grupo de vendedores de seminarios hace fortuna en América Latina, donde los débiles gobiernos comunistas tratan de amansar a la opinión pública ofreciéndoles un interminable desfile de rostros conocidos que tienen por única vocación validar crímenes y atropellos para, en última instancia, perpetuarlos, y seguir cobrando por su esforzado ejercicio de validación. No hay nada ideológico ahí, por más que todos respondan al patrón bolivariano, porque la mayoría de los participantes a duras penas sabe repetir una consigna de cuatro palabras sin leerla en un papel.

Hoy por hoy, la única ideología de Zapatero es la pasta y yo, que estoy muy a favor de los ricos y que disfruto cuando la gente gana dinero, solo puedo echarle en cara que se haga millonario a base de blanquear terrorismos, regímenes totalitarios, ladrones de calzoncillo blanco, validar elecciones fraudulentas, y denigrar el buen nombre de España, porque en esta repentina conversión latina del expresidente, el acento que no falta en ninguna de sus palabras es el desprecio por su propio país. Único consuelo para la gente de bien: que es un sentimiento mutuo.

Si hace unos meses José Luis se disfrazó de historiador de AliExpress para entregarse en México en cuerpo y alma a la Leyenda Negra, para regocijo de López Obrador y el cachalote de Miraflores, ahora proclama que la madre de todas las prosperidades mundiales es América Latina, siempre y cuando –hay matices que son test de inteligencia- "Brasil vote como esperamos", que de votar los brasileños lo contrario de lo que quiere Zapatero, la región será un lugar despreciable, autoritario, y habrá perdido todos sus activos.

Clama Zapatero por una América Latina "unida e independiente", obviamente revolucionaria y anticapitalista, que sea faro para el mundo, y proclama con su habitual solemnidad que se trata de "la única región en paz", afirmación que tendrán que coger con pinzas las víctimas de los regímenes castristas, chavistas, e indigenistas de tercera generación, que son los que se disfrazan de campesinos sin costurero, con túnicas y harapos, para salir a pasear los domingos con su Rolls Royce.

No estoy seguro de que el apoyo al indulto a Griñán cumpla con los nobilísimos deseos del Código del Buen Gobierno que se sacó de la manga Zapatero en 2004 y con el que tanto nos dio el coñazo, pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras: aquello solo sirvió para que, desde entonces, ir en Falcon a los mítines de partido pueda considerarse "buen Gobierno" si lo hace alguien del PSOE, que por estas cosas decimos que Sánchez es hijo ilegítimo del zapaterismo más cutre.

Por lo demás, la conferencia del expresidente en Buenos Aires ha sido la misma de siempre, que debe querer ahorrarse nuevos pagos a los escribidores, y se ha resumido en un batido de clichés: "paz", "diálogo", "multilateralismo", "cooperación" y "solidaridad" vertidos sobre gobiernos que representan los antónimos de todas esas cosas. Por último, también ha utilizado, tal vez en un delirio improvisado, la palabra "civilizatorio", que pronto incluirá la RAE como "gansada sinsentido que emite el Zapatero Común cuando quiere impresionar a una manada intelectualmente ausente justo antes de pedir un aumento de sus honorarios como orador revolucionario".

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