
Es difícil ver a un depredador de área tan generoso con los compañeros de juego como Karim Benzema. En el dudoso caso que lo fuera. De hecho es un híbrido entre un centrocampista y un delantero centro, plástico, seguro, capaz de recibir y soltarla al compañero mejor dispuesto. Una facilidad asombrosa para aclarar el campo y hacer fluir la pelota con rapidez y máxima eficacia. Podría ser considerado un 10 o un 8 clásicos, y no un 9 finalizador. Pero lo cierto es que hace una cosa y la otra, siempre al servicio del equipo. Un valor impagable para cualquier entrenador. Lo ha dejado dicho en la gala de la UEFA tras recibir el premio a mejor jugador: "El fútbol es un juego colectivo".
Los 324 goles lo acreditan ya como el segundo goleador de la historia del Real Madrid, por encima de Di Stéfano, Puskas o Raúl, sólo superado por los 451 de Cristiano Ronaldo. Y sin embargo no es ese peldaño en la historia del mejor equipo del Siglo XX lo que me anima a resaltar su figura en el momento que empiezan a caerle los premios como mejor jugador del mundo, sino su generosidad en el juego.
Lo ha demostrado cuando tenía a su lado a un depredador puro como Cristiano Ronaldo siendo él mismo una figura a su altura al que no debía pleitesía alguna, y lo demuestra ahora con críos como Vinícius o Rodrigo cuando es el líder indiscutible del equipo. La última vez con su compañero Hazard cediéndole un penalti.
Su detalle con el compañero caído en desgracia no solo es un acto de generosidad, demuestra también humanidad en un momento en que cualquier protagonismo añadido reforzaría sus expectativas ante los premios individuales en disputa. El contraste con Ronaldo lo dice todo. Karim siempre estaba dispuesto a pasársela, incluso cuando él mismo podría finalizar la jugada. Cristiano no se la cedía ni cuando era evidente la suya. Karim, como el resto del equipo, celebraba sus goles, el narciso, se inhibía cuando no los marcaba él. Cualquiera en lugar de Karim Benzema hubiera sido más egoísta, él sin embargo prefería jugar para el equipo.
Viene a cuento, porque siendo las figuras más relevantes del deporte y de la música una fuente inagotable de dividendos como modelos de publicidad comercial, se echa a faltar mayor relevancia mediática de los valores positivos que algunas de estas figuras atesoran. La generosidad de Karim en una persona corriente y desconocida tiene una influencia limitada a su entorno, pero en uno de los mejores jugadores del mundo es un modelo de incalculable valor en un tiempo dónde los valores son cada vez más líquidos.
No es moralina ni buenismo, muy al contrario, la generosidad es un valor social que hace del entorno un lugar más habitable y convierte a las empresas en más eficaces. El equipo que colabora, produce más y mejor. En todos los órdenes de la vida. También en el político, lo comprobamos cada día con la nula colaboración de determinadas Comunidades Autónomas en el bien común de España. Pero si nos centramos en el fútbol, echen una mirada al estanque de narcisos del PSG y comprobarán las consecuencias. Ni para tirar los penaltis se ponen de acuerdo.
PD: Hoy el talento, unido a la generosidad se ha unido para agasajar a Benzema: Mejor jugador de Europa según la UEFA. A la vuelta de la esquina le aguarda el balón de oro.
