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Carmelo Jordá

Solo hay un rey

El padre de Felipe VI es a estas alturas un árbol más que caído, y cuando le atacan a él es a su hijo al que quieren hacer daño.

Felipe VI | EFE

A mí, personalmente, lo que puedan atacar a Juan Carlos I me resulta bastante indiferente, al fin y al cabo un poco se lo ha merecido, como otro poco –o un mucho– se ganó un final más glorioso que él mismo no supo darse. El problema no es que se critique al anterior monarca, sino que el padre de Felipe VI es a estas alturas un árbol más que caído, y cuando le atacan a él es a su hijo al que quieren hacer daño.

Y eso sí que me preocupa, no sólo porque Felipe VI es probablemente el mejor Rey que ha tenido España desde Carlos III, más o menos, sino –y esto es mucho más importante– porque la monarquía es una institución que creo que es útil y deseable si la historia nacional así lo aconseja, como es nuestro caso.

Sí, ya sé que a muchos les parece un sistema injusto y caduco y no me cabe la menor duda de que es las dos cosas, pero funciona. Y no lo digo yo: ahí tienen como prueba que buena parte de los países más prósperos del mundo son monarquías: Noruega, Suecia, Holanda, Liechtenstein o el propio Reino Unido, ahora que está allí tan de moda la cuestión dinástica. Desde luego no lo son sólo por ser monarquías, pero demuestran que los reyes pueden ser pieza clave de una arquitectura institucional más que eficaz para alcanzar esos milagros que son la estabilidad y la prosperidad.

Pero estábamos hablando de Juan Carlos I y por supuesto traigo este tema a colación de la noticia de que tiene intención ir al funeral de Isabel II, algo que yo creo que es un error, uno más, y bastante grave. ¿Por qué? Preguntarán ustedes, ¿no tiene derecho a ir al funeral de su prima? La respuesta es sencilla: no. La razón tampoco es complicada: allí donde esté el Rey de España no puede haber otro rey de España y el que debe ir a Londres es Felipe VI.

Juan Carlos y los juancarlistas tienen que asumir de una puñetera vez, y si no lo hacen los segundos será imposible que lo haga el primero, que en el momento en el que decidió con buen criterio abdicar no sólo dejó de ser monarca, es que dejó de ser cualquier otra cosa y debería haberse retirado a Yuste –que además está más cerca que Abu Dabi– y no salir de su encierro para nada que no fuese pasear con sus nietos lejos de las cámaras.

¿Es esto injusto? Pues a lo mejor sí, pero es que la vida de un rey no tiene que ser justa, ¿o acaso lo es la que le ha caído encima a Leonor que todavía ni siquiera es mayor de edad? ¿O es que por una de estas cosas lo son la mayoría de nuestras propias vidas, y eso que no somos reyes? No, la justicia da igual y así debe ser.

Una de las claves esenciales de la monarquía es que sólo hay un rey: si hay más ya empieza a ser otra cosa. Por eso la idea original es que la corona se lleve hasta la misma tumba y por eso cuando no es así el que se retira debe desaparecer de la vida pública… como si se hubiese muerto. Lo contrario no sólo es hacerle un flaco favor a tu sucesor, que encima da la casualidad que es tu hijo, es ir socavando una institución que está muy por encima de ti, de tus caprichos y de tu ansia de foco.

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