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Tres apuntes sobre lo del Elías Ahuja

Sólo un estúpido o un oportunista malintencionado puede tomarse con literalidad lo que gritaban los colegiales del Ahuja.

1. Lo más llamativo de las reacciones al vídeo del Colegio Mayor Elías Ahuja es que gente que es imposible que no sepa que escenas como esas se producen en la Ciudad Universitaria de Madrid desde hace muchas décadas y casi todas las semanas estén fingiendo sorpresa e indignación y traten el asunto como si fuera algo extraordinario y nuevo. Este tipo de cánticos y performances agresivas son en los colegios mayores —al menos en los de Madrid, que son los que conozco— rituales bien consolidados en los que los residentes de los colegios implicados participan por lo general gustosamente, y no manifestaciones de acoso unilateral como ha pretendido hacernos ver el Gobierno sacando las imágenes de contexto. Sólo un estúpido o un oportunista malintencionado puede tomarse con literalidad lo que gritaban los colegiales del Ahuja, y agresiones verbales similares se producen en contextos igualmente festivos también entre colegios de chicos, entre colegios de chicas y de colegios de chicas a colegios de chicos. "Mi abuelo mató a tu abuelo", se gritan entre colegios fachas y rojos. A veces con referencias a sucesos como los de Paracuellos.

2. Muchos entre quienes han condenado la actitud de los colegiales del Ahuja, y la de las colegialas del Santa Mónica que con la madurez y la integridad que les falta a periodistas y ministros han salido en los medios a explicar el contexto, han hecho mención a la condición de "pijos" y "pijas" de los implicados. Debería ser un verdadero escándalo que personas con responsabilidades públicas entre las que se cuentan políticos con puestos de relevancia en la administración del Estado descalifiquen a estos jóvenes por razón de su origen social. Sólo la izquierda redentora puede permitirse manifestaciones tan crudas de clasismo sin pagar el menor precio.

3. Apenas unas horas antes de que el Gobierno y los medios de comunicación hicieran estallar el inexistente caso Ahuja, la mismísima ministra de Igualdad se vanagloriaba en la SER de divertirse con canciones de letras igual de zafias, machistas y agresivas hacia las mujeres que los mensajes de los colegiales a los que se crucifica. También en esto brilla la hipocresía de esta izquierda. Sólo las adscritas a su feminismo son lo suficientemente adultas para decidir qué les humilla y les insulta y qué es un juego. Este lujo no se les está permitiendo a las colegialas del Santa Mónica, de las que ya ha empezado a decirse que son víctimas inconscientes del machismo estructural en el que viven por atreverse a decir que no se sienten ofendidas por mensajes con los que —si alguien les pusiera reguetón de fondo— bailaría con sus amigas la ministra.

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