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Pitidos, retrasos y ausencias en la celebración de la Fiesta Nacional

No es de extrañar que muchos españoles expresen su malestar a esta felonía a todo lo que representa la celebración del Doce de Octubre.

Es innegable que la celebración de nuestra Fiesta Nacional y su desfile militar no tiene ni debería tener como objetivo la medición del grado de aceptación o de rechazo, ya sea expresada mediante aplausos, ya sea mediante pitidos, que provoca la labor de quien ocupa transitoriamente la presidencia del gobierno. Por el contrario, la celebración de la Fiesta Nacional de España, día de la Hispanidad y de Nuestra Señora del Pilar, debería servir para que todos los españoles, por encima de sus diferencias ideológicas, religiosas o políticas, expresaran un legítimo sentimiento de pertenencia, conmemoraran unidos la colosal aportación de España a la Humanidad y festejaran el ámbito de libertad e igualdad que el orden constitucional procura a los ciudadanos.

Ahora bien. Cuando quien preside el gobierno de la nación tiene como aliados a quienes públicamente se declaran enemigos de la nación española, socaba junto a ellos los principios jurídicos que conforman a la nación entendida como Estado de derecho y denigran la aportación de España al mundo como si de un "genocidio" se tratara, no es de extrañar —hasta el punto de ser inevitable— que muchos españoles expresen su malestar a viva voz precisamente por esta felonía a todo lo que representa la celebración del Doce de Octubre.

Ante este este hecho, tan lamentable como comprensible, lo que no puede hacer un presidente del gobierno, sin degradar todavía más el cargo que ocupa, es no asumir su responsabilidad, esconderse o retrasar su llegada para tratar de evitar o diluir el abucheo con los aplausos que concita quien simboliza la unidad y permanencia de la nación que no es él sino el Rey de España. A este respecto, no por ya vista, resulta una vergüenza que el gobierno haya alejado al público que se congregaba para ver el desfile militar y que el presidente del Gobierno haya hecho esperar al Rey, sin que esta clamorosa falta de respeto al protocolo haya evitado un colosal abucheo que de esta forma aún quedaba más justificado.

No menos bochornoso ha resultado el hecho de que el Ministerio de Defensa de Margarita Robles se haya ‘olvidado’ de cursar las invitaciones para miembros tan importantes del Poder Judicial como los presidentes de Sala del Tribunal Supremo, los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia o el presidente de la Audiencia Nacional. En el caso de los vocales del CGPJ, recibían la invitación para el desfile a última hora del martes. Esto ha provocado que muchos vocales declinasen la invitación y no asistieran al desfile militar del día de la Fiesta Nacional.

A este respecto, es bien conocido el desprecio que Pedro Sánchez dirige a la independencia del Poder Judicial, pero está visto que su Gobierno no disimula ni siquiera en las formas, como ha dejado en evidencia al no cursar o retrasar las invitaciones a los más altos representantes de un sistema de administración de Justicia que, mal que le pese a Sánchez, en cualquier democracia digna de tal nombre deben de ejercer de contrapeso al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo.

Así las cosas, ya podrá el presidente del gobierno lamentarse de que la celebración de la Fiesta Nacional se convierta en una especie de "plebiscito o sondeo acústico" contra él. Pero que no se queje, ni nadie se llame a engaño: aquí los agraviados, que lo son por su gobierno y todos los días del año, son los que le abuchean el mismo día que celebran la Fiesta Nacional de España.

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