
Para los mentores de la discutida y discutible Ley de Bienestar Animal que va avanzando como un rodillo a través de los escaños del Congreso y del Senado, el bienestar animal se mide por criterios altamente humanizados. Se prohíbe (con razón) mutilar a los perros por razones estéticas (orejas y cola), al tiempo que se exige (sin razón) la mutilación genital esterilizante.
Uno de los grandes peligros que derivan de que los legos en una materia se pongan a legislar es que se establezcan criterios disparatados, y de que de su gestión e inspección no se ocupen solo los profesionales cualificados, sino los amigos establecidos en chiringuitos, generalmente tan costosos como inútiles.
Para empezar es necesario definir el concepto de bienestar animal, tratando de soslayar el peligro de caer en argumentos antropocéntricos o humanizados. Los animales, por ejemplo los domésticos, no son caricaturas nuestras, sino seres con capacidades sensitivas que difieren notablemente de las humanas.
Una de las ramas más modernas de las Ciencias Biológicas
Durante la segunda mitad del Siglo XIX, una serie de biólogos europeos van desarrollando la ciencia de la etología a partir de la observación y el estudio científico de la conducta de los animales: Konrad Lorenz es el más famoso de ellos, especialmente al haber obtenido el Premio Nobel por sus trabajos sobre la impregnación humana que experimentan algunos animales cuando reciben del hombre los mismos cuidados que habrían recibido de sus padres en los primeros momentos de su vida.
Niko Tinbergen y Karl Von Frisch compartieron con el alemán Lorenz el Premio Nobel el año 1973. La etología se convertía así en una nueva y popular rama de las Ciencias Biológicas, y la divulgación de sus primeras conclusiones produjo asombro en la opinión pública: Lorenz descubrió el fenómeno de la impregnación o troquelado, Von Frisch aclaró los misterios de la conducta recolectora de las abejas, y Tinbergen investigó en profundidad el mimetismo y la conducta de numerosos insectos.
Hablamos de la creación de una verdadera escuela científica de la que los sabios citados fueron pioneros, sin olvidar a su maestro, el ornitólogo Oskar Einrhot, que desveló numerosos misterios de la conducta de las aves.
Ya Linneo había establecido el concepto de "educabilia" para referirse a la conducta de algunos animales especialmente susceptibles de ser domesticados, no solo desde el punto de vista de su explotación ganadera sino también como "amigos" domésticos del hombre: el perro, el gato, los pájaros domésticos, algunos roedores, los peces de acuario y los llamados NAC (nuevos animales de compañía) integran el complejo mundo zootécnico y afectivo de las mascotas.
El propio Nobel, que por cierto se equivocó sobre su apreciación del origen polifilético del perro, es decir, a partir de varios cánidos, en lugar de proceder todos del lobo, descubrió algo muy importante para comprender la conducta de muchas mascotas: el fenómeno de la impregnación o troquelado.
Al observar la eclosión de los pollitos nacidos de una nidada de gansos, el científico se asombró al comprobar que los recién nacidos le seguían a él, con preferencia a su propia madre; lo primero que vieran los neonatos al venir al mundo era el objeto de su cobijo y seguimiento; no ya un ser humano, sino una caja de zapatos que Lorenz arrastraba con una cuerda después de provocar que este fuera el señuelo de su bienvenida al mundo.
Este es solo uno de los múltiples ejemplos de lo asombrosa que puede resultar la conducta animal, y de la necesidad de que sea contemplada de manera científica y objetiva. Para comenzar es necesario conocer el etograma o inventario de comportamiento de la especie, es decir, el conjunto de actos que un animal puede llegar a desarrollar.
Desde el punto de vista científico podemos afirmar que, en referencia a los animales domésticos, estos gozarán de mayor bienestar cuanto más diverso y parecido al natural pueda resultar su etograma en la compañía del hombre.
El perro es social y se integra en una sociedad que es para él la humana que lo ha adoptado, es decir, el grupo familiar en el que vive. Algunos ejemplares muy dominantes tratarán de mandar por medio de diversos gestos, como el ladrido, el rugido o la agresividad. Todo esto puede ser controlado por una educación adecuada.
El gato no es social y su integración en la sociedad humana es diferente, lo que no quiere decir que no pueda aportar cariñosa compañía. Su código de emisiones sonoras es muy variado y conviene que el dueño sepa interpretar sus maullidos y ronroneos.
Muchos pájaros domésticos son territoriales y necesitan ser alojados, al menos los machos, en jaulas diferentes, con excepción de las parejas en el momento del celo; las jaulas deben ser espaciosas y fáciles de limpiar. Entre los roedores la casuística es muy variada: algunos hámsteres son agresivos entre sí salvo en el momento de maduración de la hembra en su ciclo estrial, mientras otras especies pueden convivir en parejas y grupos.
Las barreras ópticas o espacios en que puedan ocultarse cuando lo desean son muy importantes para muchos mamíferos domésticos, también deben contar con materiales duros, en el caso de los roedores, para evitar el crecimiento continuado de los incisivos.
Algunas mascotas, especialmente en el mundo de los pájaros, se troquelan con el hombre si son alimentados a base de papilla y con jeringa durante su periodo de nidáceas; en ese caso se muestran muy mansos y hasta cariñosos cuando llegan a adultos. Los aficionados suelen llamar "papilleros" a tales ejemplares, y es curioso que su impregnación con el ser humano llegue al extremo de no reconocer como pareja a su especie, apareciendo dificultades reproductoras.
Creemos que no es necesario ser prolijos en ejemplos para hacer entender la complejidad de la interpretación de la conducta de los animales domésticos, incluso de los más comunes. Los consejeros cualificados son los veterinarios y los etólogos, y afortunadamente son multitud de ellos quienes se han especializado en el mundo de los animales de compañía.
Lo que inevitablemente produce recelos es el anuncio de que la Ley de Bienestar Animal que nos amenaza contemplará "cursos para propietarios de mascotas". ¿Quiénes los impartirán? ¿Serán gratuitos? ¿Sustituirán unos monitores ideológicos a los veterinarios y etólogos? Mantengamos la vigilancia para que no aparezcan como setas de otoño los chiringuitos donde se puedan refugiar los legos en tan complejas materias.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.
