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Pedro Sánchez se está llevando nuestro queso

Desde que llegó al poder político en 2019 ha maniobrado para la nación española deje de estar en el lugar simbólico en el que estaba.

Desde que llegó al poder político en 2019 ha maniobrado para la nación española deje de estar en el lugar simbólico en el que estaba.
Pedro Sánchez | Cordon Press

Hace algunos años apareció en las librerías una fábula en la que los protagonistas eran un queso, o si se quiere, El Queso, dos ratones instintivos sin mezcla de racionalidad pero hábiles para encontrar la simplicidad y dos liliputienses que "con sus complejos cerebros y emociones humanas, no hacen más que complicarlo todo." La narración se llamaba Quién se ha llevado mi queso, de Spencer Johnson, un psicólogo y empresario norteamericano que tuvo gran éxito porque invitaba a afrontar los cambios necesarios para que nadie se llevara nuestro queso aprendiendo a reconquistarlo dónde fuese.

Tan importante fue su impacto que, se cuenta en el propio libro como apéndice, se informó en Expansión directo que Mercadona, la cadena de supermercados, encargó 25.000 ejemplares para toda su plantilla. "Conseguir la satisfacción del cliente nos obliga a estar en constante movimiento y el libro muestra de forma divertida cómo conseguir estos cambios", explicaron desde la empresa. El presidente de la compañía, Juan Roig, fue el primero en leerlo. Aecoc (la Asociación Española de Codificación Comercial) también regaló el libro al millar de asistentes a un congreso. Y podríamos seguir aportando ejemplos de cómo el libro interesó a empresas como Iberdrola, Kodak, Mercedes Benz y otras. También hubo, menos, quiénes lo consideran una tomadura de pelo.

Lo cierto es que se trata de un Queso, que nos alimenta y nos permite vivir con dignidad pero que un día puede cambiar de lugar y quienes no encuentren donde ha sido llevado dicho nutritivo Queso puede quedar fuera del circuito de las oportunidades y perecer en laberintos que conducen a lugares donde el Queso ya no está.

Que Pedro Sánchez se está llevando el queso nacional es una afirmación que no ofrece duda. Desde que llegó al poder político en 2019, hace sólo tres años, ha maniobrado para la nación española deje de estar en el lugar simbólico en el que estaba, la España de la transición a la democracia y de la reconciliación, para estar en otra parte: una España desvertebrada y desprovista de impulso nacional regenerador que está siendo contaminada cada vez más por las izquierdas sociocomunistas y reventada por los agujereadores separatistas del queso común.

Parecía imposible que un presidente del gobierno que sólo contaba con 120 diputados, tres menos que unos meses antes mientras que el PP ganaba 23 y Vox 28, se atreviera a llevarse nuestro queso a su terreno. Pero encabezando un frente popular de nuevo cuño y mala memoria, Sánchez comenzó su tarea y, medida a medida, decreto a decreto, aprovechando pandemias y crisis, está consolidando su mayoría regalando a sus socios lo que éstos le exigen —comerse solos el Queso nacional— sin pensar en la "esencia" del Queso ni el sentido de su historia ni en la naturaleza de su democracia.

Esta semana pasada ha perpetrado el cambio de consideración penal del delito de sedición, que casi deja de existir por el chantaje de Esquerra Republicana de Cataluña para eludir las condenas impuestas por el Tribunal Supremo a su golpe "sedicioso", ya ni eso, de estado de 2017. Gracias a este golpe de mano jurídico-político, las izquierdas y los separatismos españoles podrán acometer nuevos golpes de Estado como quieran y cuando quieran, con un coste penal mínimo y sin apenas perder habilitación política en caso de que fracasen. Si triunfan, apaga y vámonos. Eso sí, la puerta de la sedición se ha abierto para todos, ojo.

De la ley a la ley, usando una mayoría apisonadora a la que mima en los momentos de verdadera necesidad como es al caso de la aprobación de los Presupuestos, Sánchez nos está cambiando el queso nacional de sitio demostrando que una voluntad política, por escuálida y monstruosa que sea su mayoría parlamentaria, puede alterar la posición e incluso la composición de España en cualquier caso, desde la política exterior en el Sáhara a la aceptación del sexo infantil, la eutanasia, el aborto, el cambio de sexo, el asesinato del coche tradicional, el caos energético, la inflación galopante, los tipos de interés…Todo, miente el sátrapa, es consecuencia del coronavirus, de la guerra de Rusia y de la derechita inútil.

Por los rincones del laberinto español, estas derechitas se lamentan, gimen, denuncian que el queso nacional ya no está en el sitio que pactamos en 1978 y se empeñan en golpearse unas a otras disminuyendo su potencia para reaccionar, con inteligencia e instinto, y llevar el queso español a un lugar donde pueda ser compartido por una gran mayoría dejando a sus actuales devoradores en un callejón sin salida histórica.

En lugar de eso, ni siquiera conocen las mañas ni la superioridad organizativa de la mentira de quienes se están llevando nuestro queso. Si los principales de sus partidos no son capaces de adaptarse y de sobreponerse a reglas según las cuales partidos que devastan la democracia sin creer en ella, nunca encontrarán la nueva ruta que conduzca al preciado elemento. ¿Moción de censura tras el golpe sanchista-leninista-separatista a la sedición? ¿Para qué, si los liliputienses disfrutan tanto descalificándose los unos a los otros olvidándose del queso?

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