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Carmelo Jordá

Un Gobierno de primeras veces

Tienen razón: es la primera vez que el TC se ve obligado a tomar medidas cautelarísimas contra un trámite de las Cortes Generales en marcha.

Tienen razón: es la primera vez que el TC se ve obligado a tomar medidas cautelarísimas contra un trámite de las Cortes Generales en marcha.
MADRID, 28/11/2022.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, da un discurso durante el homenaje que organiza el PSOE a la escritora Almudena Grandes, fallecida hace un año, este lunes en el Ateneo de Madrid. EFE/ Zipi

Desde que saltó la noticia a las agencias y los medios, hemos escuchado aproximadamente un millón de veces que "es la primera vez" que el Constitucional toma una medida tan contundente –al menos por su impacto político– como suspender la tramitación de una ley poco antes de ser votada en el Senado.

Nos lo han dicho, alarmados y con la cara de mucha preocupación que ponen los progres cuando quieren que pensemos que está–pasando–algo–muy–grave, Meritxell Batet, Ander Gil, Pedro Sánchez, la mitad de Podemos y tres cuartos de Unidas. Nos lo han repetido en Lo País, Lo Diario, en todos los demás medios de ultraizquierda y hasta en alguno que se supone que es de centroderecha. E imagino que habrá sonado como un mantra en las televisiones, lo que pasa es que no puedo asegurarlo porque no veo un informativo de televisión desde que se murió Fidel Castro, más o menos.

Y, agárrense que viene sorpresa, les voy a decir una cosa: tienen razón. De hecho, no es algo opinable, estamos ante un hecho incuestionable: es la primera vez que el Tribunal Constitucional se ve obligado a tomar medidas cautelarísimas contra un trámite de las Cortes Generales en marcha, porque hasta ahora no se había dado nunca un caso tan flagrante de trámite fraudulento a la hora de aprobar una ley orgánica.

Porque por mucho que se esté intentando poner en el TC la carga de la culpa, valga el símil pseudojudicial, el que realmente ha traspasado una línea que no se había cruzado hasta ahora ha sido el Gobierno, con la inestimable colaboración, eso sí, de su colección de aliados, a cual peor.

Y aunque este tipo de patinazo legal todavía no lo habíamos visto, no es la primera primera vez en la que a este Gobierno le tienen que parar los pies en el TC, y no con asuntos menores: nunca hasta ahora se habían declarado inconstitucionales no uno sino dos estados de alarma y jamás se había declarado igualmente inconstitucional un cierre del Congreso, nada más y nada menos.

Puede ser que el pobre Pedro Sánchez tenga mucha mala suerte, aunque seguramente no es eso; también podría deberse a que la Justicia –en la que el PSOE lleva mangoneando como mínimo 40 años– esté toda llena de franquistas, pero yo diría que esa tampoco es la explicación: lo que le pasa a este Gobierno, lo que le hace tropezar continuamente con primeras veces en forma de tremendas bofetadas legales, es que ninguno anterior había llevado los límites tan lejos, ninguno había forzado tanto las costuras de una Constitución en la que no cree, ninguno se atrevió nunca a manosear tanto una democracia con la que cada día está más claro que quieren acabar.

Por cierto, hace muchos años cuando a un ministro del PSOE el Constitucional le tumbaba un artículo de su ley dimitía y se iba a su casa, sin ponerse a lloriquear sobre si aquello había pasado muchas o pocas veces. ¡Qué tiempos aquellos!

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