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Felipe VI advierte sobre la degradación institucional

Nunca antes en nuestra historia democrática hubo fuerzas políticas en el Gobierno de la Nación con el objetivo de destruir obra de la Transición.

Las palabras del Rey en su tradicional discurso de Navidad han puesto el acento en los principales retos que afrontamos como país y las amenazas que se ciernen sobre nuestro futuro común, todo ello en un tono de exquisito respeto institucional como corresponde al papel que representa la Corona en nuestro sistema democrático.

La guerra de Ucrania y la grave crisis económica desencadenada por la inestabilidad de la situación de Europa y las restricciones energéticas son, qué duda cabe, dos cuestiones trascendentales que influyen negativamente en todos los países, especialmente en los que están directamente involucrados geográfica y económicamente en este conflicto como ocurre con los miembros de la UE.

Su Majestad puso de relieve el desafío al que se enfrenta la comunidad internacional, el más importante en términos de seguridad desde el fin de la II Guerra Mundial, pero fue en la segunda parte de su discurso, dedicada a la situación nacional, donde las palabras del monarca adquirieron un significado más profundo.

Felipe VI señaló la importancia de mantener el consenso constitucional surgido de la Transición como base fundamental de nuestra obra colectiva, una afirmación que debería ser compartida por toda la clase política como presupuesto básico y que, en la España actual, se convierte en una advertencia perentoria. Y es que nunca antes en nuestra historia democrática hubo fuerzas políticas integradas en el Gobierno de la Nación cuyo objetivo político es, precisamente, destruir la gran obra de la Transición para dar lugar a un nuevo régimen de tintes dictatoriales.

"Han pasado ya casi 45 años desde la aprobación de la Constitución – recordó el Rey- y claro que han cambiado, y seguirán cambiando, muchas cosas. Pero el espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido".

El monarca advirtió de los riesgos de nuestra democracia, que "hoy adquieren una particular intensidad", porque "la división hace más frágiles a las democracias" mientras que "la unión, todo lo contrario, las fortalece". En este sentido, Felipe VI hizo un llamamiento a "realizar un ejercicio de responsabilidad y reflexionar de manera constructiva sobre las consecuencias que ignorar esos riesgos puede tener para nuestra unión, para nuestra convivencia y nuestras instituciones", unas palabras que exaltan el compromiso de la Corona con el fortalecimiento de nuestro sistema constitucional y dan sentido al papel moderador que le atribuye nuestra Carta Magna.

El discurso del Rey a la Nación fue, una vez más, un ejemplo de lealtad institucional y de compromiso con todos los españoles, por eso no resulta extraño que haya provocado un año más rebrotes histéricos entre los socios antisistema del Gobierno, cuyo partido principal, como era también de esperar, ha preferido no darse por aludido.

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