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Itxu Díaz

La eco-ecoansiedad

Una enfermedad causada por pasar demasiado tiempo escuchando las tontunas que publica a cada minuto la prensa progresista de todo Occidente

Una enfermedad causada por pasar demasiado tiempo escuchando las tontunas que publica a cada minuto la prensa progresista de todo Occidente
EFE

Ecoansiedad. Tócate las glándulas paranasales. Ahora tenemos ecoansiedad, algo que nuestros abuelos, de haberlo sufrido, curarían poniendo a los enfermos a trabajar el campo a pleno sol unas cuantas horas, con un cien por cien de recuperación de los afectados. El mundo moderno es eso que los adolescentes ahora llaman "random". Ya no hay pobreza, ya no hay colas del hambre, ya no hay cáncer, ya no hay coronavirus. Ahora hay varios periódicos dedicando páginas en estos primeros días del año a esta gravísima afección de la ecoansiedad, consistente en el temor crónico a padecer un cataclismo ambiental como consecuencia del cambio climático. Supongo que son el tipo de gente que sufre espasmos y echa espuma por las orejas cuando ven un recipiente de plástico. Que te inventes una amenaza inexistente, pase, pero que vayas al médico para decir que te da ansiedad que las gentes no se asusten ante tu amenaza imaginaria, me parece rizar el rizo, el de la locura y el de la sinvergonzonería.

Al menos ahora ya sabemos por qué gritan tanto Greta Thunberg, John Kerry, y a Antonio Guterres, así como a todos esos maníacos museísticos que se pegan con cola a las obras de arte, pero a los que ni así se les pega un poco la cultura. No están como cabras, es que sufren ecoansiedad, una enfermedad causada por pasar demasiado tiempo escuchando las tontunas que publica a cada minuto la prensa progresista de todo Occidente: "en 2050 el cielo caerá sobre nuestras cabezas", "el cambio climático provoca impotencia en quienes no creen en el cambio climático", "faltan cinco minutos para que todo sea irreversible si no subimos los impuestos verdes ahora mismo", y cosas así.

Sospecho que detrás de la ecoansiedad hay una nueva estrategia de la izquierda. Incapaces de coaccionar a todo el mundo para instaurar una dictadura ambientalista a través del miedo, que la gente ya no se cree nada y con razón, van a probar ahora su segunda estrategia favorita: el victimismo. A todo el cuento del cambio climático le faltaba una víctima humana. Intentaron un par de veces hacer campañas como las de los osos falsos de Al Gore pero con negritos africanos, para insinuar que el cambio climático provocarían muchas muertes en países pobres, pero resultó todo tan excesivo que nadie se lo tomó en serio. Y ahora están probando de nuevo a presentar una víctima humana, pero con nombre y apellidos, contando su drama eco-psicológico en El País con lágrimas en los ojos. Estamos a dos telediarios de que nos monten un nuevo colectivo de afectados y que empiecen a circular las campañas de propaganda del estilo "recicla para que Jorge no tenga taquicardias por las noches". Y las subvenciones, claro, ninguna minoría mitológica sobrevive sin paga. Por eso se hace.

¡Ecoansiedad! Juro que esta no la vi venir. Me gustaría ver las credenciales de AliExpress del psiquiatra capaz de distinguir en sus pacientes la ansiedad, de la ecoansiedad, de la gonorrea, del sarampión, y de todas las demás variantes de ansiedades que podríamos inventarnos, que son infinitas.

Por mi parte, padezco pibónansiedad, como confesé hace años en el artículo Las chicas guapas me estresan, muy afeado por top models y muy aplaudido por chicas, como diría la ministra, de belleza fija discontinua. También tengo sánchezansiedad, cada vez que abre la boca el presidente, empiezo a tener taquicardias en el monedero. Y siesíansiedad, como casi toda España, consistente en que me hierve la sangre cada vez que veo cómo este Gobierno de peligrosos incompetentes está poniendo en la calle a cientos de violadores, en una lista que empezó con cuatro casos aislados y ha terminado constituyendo una auténtica legión de acosadores violentos soltados a la buena de Dios por municipios de toda España.

Y, por último, fíjate, la lista de ansiedades no para de crecer, porque desde hace unos minutos he descubierto que también padezco eco-ecoansiedad, una patología de reciente descubrimiento consistente en que me generan muchísima ansiedad los ecogilipollas. Qué nervios, me llamarán de cualquier dominical de un momento a otro.

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