
En la presentación de las Fiestas de San Antón en Madrid, el alcalde, Sr. Martínez Almeida, ha querido dedicar la celebración a lo que llama "perros de utilidad", apelando a la encomiable labor que realizan algunos canes al ayudar a personas disminuidas.
Durante veinte años he sido comentarista de las llamadas "Vueltas de San Antón", micrófono en mano en la tribuna, en plena calle junto al sacerdote que bendecía a las mascotas que sus orgullosos amos llevaban para la ocasión. También tuve el honor de ser, dos años, pregonero de las Fiestas, y cinco años conferenciante en el interior del templo.
Puedo decir por tanto que soy testigo privilegiado de la ilusión y el cariño con que los vecinos trataban a sus mascotas; seguramente de no haberlo visto tan cerca y tantos años no lo habría podido imaginar.
La llegada al poder municipal de Podemos supuso un cambio radical en el enfoque de los actos; San Antón fue reconvertido en icono del animalismo que comenzaba a reinar, aunque todavía no alcanzaba los tintes demenciales que ahora padecemos.
A las conferencias de corte veterinario o de protección de animales abandonados sustituyeron otras tantas antitaurinas o de fomento del veganismo, algunas con audiencias de apenas una docena de personas.
Ya no se vendían solo panecillos del Santo, sino objetos como casetas nido para pájaros silvestres, ineficaces por mal diseñadas y por extemporáneas. El vecindario fue sustituido por los activistas legos en los valores que allí se conservaban.
Porque los vecinos que llevaban a bendecir a sus animales eran en su mayor parte ancianos que parecían rescatados de los tiempos del Género Chico; buenas gentes que encontraban en sus mascotas el cariño y el apoyo que echaban en falta por el descuido o el abandono de sus descendientes. Sálvese el que pueda.
Eran fiestas entrañables, nunca mejor empleado el término. Los animales que se presentaban ante el entusiasta Padre Villar, eran "multiespecie" y "multiaspecto" en lo referente a las mascotas, bien criados por su parte los animales de consumo, y preciosos los semovientes de caballería que presentaban el ejército y la Guardia Civil. Puede que sobraran los disfraces de los animales, pero sus dueños ponían en esto todo su cariño.
Tras este San Antón animalista del 2023 la mayor parte de las mascotas que concurran a la bendición tendrán que hacerlo de manera clandestina, ya que los periquitos, pájaros domésticos, hámsteres, reptiles de terrario y hasta peces tropicales, quedan prohibidos como animales de compañía.
Los ideólogos podemitas no conocen cuál es el número de ejemplares de las mascotas ahora prohibidas que se albergan en los hogares españoles. Cabe esperar que no les vote ni uno solo de los afectados, que en este momento no sabe qué hará cuando tener un periquito o una tortuga le convierta en delincuente ambiental, y su querida mascota le pueda ser requisada si antes la derogación de tales absurdos no viene a remediarlo.
Por supuesto que los millones de amantes de las mascotas no les vote ni a ellos ni a sus protectores, entiéndase, ni a Podemos ni al PSOE que los cobija bajo su paraguas supuestamente verde. Esta es la verdadera y posiblemente única solución.
Se temía que el radicalismo animalista causara problemas a los amantes de los animales que mantienen mascotas, pero pocos pensábamos que se pudiera llegar a tanto. Han cogido por sorpresa su inocencia y estamos a punto de entrar en una situación que será única dentro del mundo civilizado.
Tienen estos indocumentados la absurda idea de que los animales de compañía viven maltratados por sus amos y deben ser expropiados y "liberados", sin duda con la muerte. El descabellado ataque afecta a una cabaña zootécnica bien estabilizada, querida por quienes los cuidan y que no provoca ningún problema, ni sanitario ni sociológico.
Tampoco son ciertos los argumentos de los ecologistas, que hablan de la "alteración del ecosistema" que puede producir la liberación accidental de mascotas. Hay que conminarles a que denuncien si ha habido en quinientos años establecimiento de colonias silvestres de los infelices periquitos y muchas otras de las especies proscritas. Todo es producto de ideologías demenciadas.
Si llevamos al extremo la prevención hacia la fauna exótica por miedo a su difusión ¿por qué no hacer lo propio con las plantas? Los geranios proceden de África del Sur, y algunas "castizas" como las Aspidistras o las "Hojas de espada" nada menos que de las selvas amazónicas.
La fundación Purina y otras entidades de máxima garantía científica han desarrollado congresos, demostrando en sus conclusiones los beneficios para la salud que se derivan de la tenencia de animales de compañía.
En este sentido recuerdo a un amable vecino jubilado que pasea con un perrillo de raza Spitz siberiano y en uno de mis encuentros con ellos me dijo "yo me encargo de sus gastos de alimentación y veterinarios, y él, en cambio, me pasea tres veces al día".
Un gran ataque a la libertad
En definitiva la Ley de Bienestar animal y sus derivaciones demenciales, como la exclusión del mundo de las mascotas de tantos animalillos, algunos con varios siglos junto al hombre, no es sino uno más de los ataques a la libertad que tanto gustan al radicalismo animalista, ahora unido con supuestos próceres del ecologismo.
Las asociaciones de criadores de pájaros y otros animales domésticos han reaccionado demasiado tarde. Aunque los aficionados oculten a sus animales como si tenerlos fuera un delito, pronto faltarán suministros para ellos, habrán cerrado todas las tiendas especializadas y los veterinarios tendrán que actuar de manera clandestina.
¿Hasta cuándo vamos a consentir la demencial actuación del radicalismo animalista?
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.
