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Jesús Laínz

El silencio ensordecedor

Este año, ajenos al pandemonio desatado por los nacidos, 90.000 inocentes volverán a morir en silencio antes de ver la luz del sol.

Este año, ajenos al pandemonio desatado por los nacidos, 90.000 inocentes volverán a morir en silencio antes de ver la luz del sol.
Una manifestante sostiene la réplica de un feto de 14 semanas en la mano. | LD/FDV

Bernard Nathanson fue un prestigioso ginecólogo estadounidense que en la década de los sesenta sobresalió en la lucha por la legalización del aborto desde la National Abortion Rights Action League, de la que fue cofundador, junto a la prominente feminista Betty Friedan. Sus campañas por el control de la natalidad y el derecho al aborto culminaron con la célebre sentencia Roe v. Wade de 1973, que marcó un antes y un después en asuntos abortivos tanto en USA como en unos países occidentales que no tardarían en seguir su ejemplo.

El doctor Nathanson dirigió durante años el Center for Reproductive and Sexual Health de Nueva York, la mayor clínica abortista del mundo, en la que se efectuaron sesenta mil abortos durante su mandato. Dos de sus propios hijos, de diferentes madres, fueron abortados porque les impuso su voluntad a pesar de que ellas sí querían tenerlos. En uno de los casos, él mismo realizó la operación.

Pero la invención de la exploración por ultrasonido iba a cambiar las cosas. Por primera vez, el experto abortista pudo observar lo que sucedía en el feto durante el aborto, incluido el latir de su pequeño corazón. A partir de aquel momento, su opinión y su actitud cambiaron radicalmente. En primer lugar, reconoció que el movimiento proabortista había conseguido sus objetivos sembrando una buena cantidad de mentiras. Entre ellas destacó la inflación de la cantidad de muertes maternas acaecidas durante abortos ilegales, resquicio por el que se consiguió colar todo lo demás. "Confieso que las cifras que utilizamos eran totalmente falsas", proclamó.

En España y los demás países europeos ha sucedido lo mismo con los casos de violación, de peligro para la vida de la madre (5,58%), de riesgo de graves anomalías en el feto (3,12%) y de anomalías fetales incompatibles con la vida (0,29%), excepciones por las que se coló el aborto a la carta con el que hoy los europeos nos extinguimos voluntariamente. Es decir, de los 90.000 abortos practicados el año pasado en España, el 90,98% fueron a petición de la mujer (datos del Ministerio de Sanidad, en los que los casos de embarazo por violación ni aparecen).

Tras su caída del caballo, Nathanson ejerció de activo militante de la causa antiabortista, declarando que "el aborto es el holocausto más atroz de la historia de los Estados Unidos" y confesando en su autobiografía que "yo he sido uno de los que abrió la puerta a esta era de barbarie". En 1984 produjo El grito silencioso (The Silent Scream), impactante documental que se convirtió en un clásico sobre la cuestión.

El aborto vuelve a estar de actualidad hoy en España a causa de la medida del gobierno regional castellanoleonés de ofrecer a las mujeres oír los latidos del corazón de su hijo o ver una ecografía de alta resolución. Aunque lego en la materia, me sorprende que se piense que con ello se disuadirá a alguien de continuar con el proceso abortivo. Quizá tengan razón, pero me cuesta admitir que a estas alturas haya alguna mujer, salvo casos de ignorancia grave, que no sepa perfectamente en qué consiste un aborto. Aunque todo es posible, y ahí estuvo Nathanson para demostrar que hasta un reputado médico, experto precisamente en la práctica de abortos, es capaz de experimentar un impacto decisivo en su vida simplemente al oír los latidos de un niño en el vientre de su madre.

Lo más significativo de todo, sin embargo, ha sido que los incansables inquisidores del Santo Oficio Progresista se han lanzado inmediatamente a impedir con sus alaridos de posesos cualquier posibilidad de conversación civilizada. A pesar de que ha quedado muy claro que no se trata de obligar a nadie, sino de ofrecer a las mujeres una información que pueden aceptar o rechazar libremente, los inquisidores se escandalizan con lo que consideran una imposición liberticida y una vulneración del derecho al aborto.

Y mientras que cuarenta años de complicidad de los gobiernos recogenueces con los criminales etarras; cuarenta años de conculcación de los derechos lingüísticos y otros derechos fundamentales en varias regiones españolas; y finalmente un golpe de Estado y todos los delitos a él asociados no han merecido atención por parte de nuestros gobernantes, ahora el gobierno socialcomunista amenaza con la aplicación del artículo 155 si el gobierno castellanoleonés no retira el ofrecimiento a las mujeres que van a abortar de oír unos latidos y ver una ecografía. Para redondear la náusea, los profesionales de la moderación han criticado la inciativa de VOX a contrapelo de un PP tan proabortista como cualquier otro partido izquierdista por juzgarla una torpeza innecesaria que provocará pérdida de votos.

Acertó Nathanson al calificar nuestros días como una era de barbarie. Efectivamente, la barbarie, la crueldad, el salvajismo, el fanatismo, la irracionalidad, la inhumanidad, todas las facetas del Mal con mayúscula, se extienden por la sociedad cual peste difundida desde las entrañas del infierno. Y sus agentes nos gobiernan.

Este año, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente… ajenos al pandemonio desatado por los nacidos, con ecografía o sin ella, 90.000 inocentes volverán a morir en silencio antes de ver la luz del sol.

www.jesuslainz.es

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