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No es sanchismo, es socialismo

No es el sanchismo sino el socialismo el que causa males en la democracia. Ningún socialista aragonés, castellanomanchego o extremeño ha impedido que salgan los monstruos.

No es el sanchismo sino el socialismo el que causa males en la democracia. Ningún socialista aragonés, castellanomanchego o extremeño ha impedido que salgan los monstruos.
Pedro Sánchez en una rueda de prensa en Bruselas. | EFE

El olor a crisis política es inconfundible. El problema es que procede de casi todas partes y eso espesa el análisis en un año tan importante como este 2023, cargado de elecciones. Pero en el Gobierno, desde luego, los síntomas de descomposición son más que evidentes.

Haga lo que haga el Leviatán Podemos, Pedro Sánchez lo avalará. Y haga lo que haga la ERC, también. Y no importa lo que haga Bildu-ETA. Y, ya puestos, lo mismo sucede con Marruecos. No tiene más remedio que ceder, arropar, esconder y excusar. El presidente del Gobierno está vendido. Es lo que tiene llegar al poder con el poder prestado.

Lo mismo que convierte un golpe de Estado en un proceso de entendimiento, sumándose al propio golpe, adopta el atentado legal del "Sí es Sí" como propio con tal de no enfadar a los que le sujetan la escalera, que son legión. Como si a Sánchez le importara que una ley deba estar al servicio del ciudadano. Como si le fuera a perturbar lo más mínimo el insalvable trecho que media entre lo que dice y lo que hace. No, él sabía que no iba a perder el sueño.

Lo que sí sabe es que no puede romper pactos porque nunca le han votado los suficientes ciudadanos como para gobernar por sí mismo o con un apoyo lógico. De todas formas, tampoco está claro que hubiera hecho cosas distintas o mejores si todo el poder emanara directamente del voto socialista, que hace muchos años que no le acompaña.

Por eso no creo en el "sanchismo". Porque es una excusa que la derecha regala al PSOE y que puede ser muy peligrosa en las próximas elecciones de mayo. ¿Los líderes socialistas que se someten a votación son sanchistas o, como nos tienen acostumbrados, sacarán las banderas que esconden cuando toca obedecer? El PP no puede hacerles la campaña a Lambán, García Page, Fernández Vara o Puig… que se rasgarán las vestiduras con las políticas más polémicas de Su Partido. Los veremos en mítines criticando a los separatistas, a Podemos o a Bildu, renegando del rancho por un día. Ya lo han hecho cuando les ha convenido. Pero nunca se han atrevido a actuar en consecuencia. ¿Merecerán la crítica del PP a pesar de no ser, según ellos, sanchistas? ¿O son tan moderados que incluso podrían construir un pacto con el PP? Si es así, las autonómicas se complican mucho.

No es el sanchismo sino el socialismo el que causa males en la democracia. Ningún diputado socialista aragonés, castellanomanchego, valenciano o extremeño ha impedido que salgan los monstruos de la cueva. Con su voto socialista, no sanchista, han hecho posible las peores tropelías que hoy padecemos:

— Las leyes comunistas que, con la excusa de la defensa de la mujer, entierran el feminismo clásico, alumbran la desigualdad ante la ley, niegan la biología y abocan al colapso a adolescentes. Unas suponen beneficios para, de momento, medio millar de violadores. Otras, provocan una falsa tendencia que ya está acabando incluso en suicidios.

— El blanqueamiento de un golpe de Estado en Cataluña hasta el punto de asumirlo como Régimen y subordinar a él la acción de la Ley y la Justicia invirtiendo los valores del Derecho, manoseando los delitos para que dejen de serlo y convirtiendo en inocente al delincuente, porque era necesario para seguir en el poder.

— El pago a ETA por no matar, o lo que es lo mismo, tal y como ha denunciado Daniel Portero en la Asamblea de Madrid: volver a asesinar a Miguel Ángel Blanco cediendo al chantaje etarra sin atisbo de dignidad. También lo resumió con sencillez Fernando Savater: "ETA mató para algo y ahora estamos en ese algo".

Sumemos a todo ello, el papel de España en el exterior y las inexplicables cesiones ante Mohamed VI que hacen temer claudicaciones todavía mayores, quién sabe si en Ceuta y Melilla, españolas antes de que existiera Marruecos o hasta en las islas Canarias. Sánchez está vendido, sí. Pero Sánchez es el jefe del PSOE y nadie en el PSOE lo discute de momento: ¿Sanchismo? Socialismo.

En definitiva, violadores, etarras y golpistas esquivan o acortan las penas de prisión, mejoran en todo caso su horizonte, y hasta pasan a formar parte del sistema. Es la amnistía de la vergüenza que no ha impedido ningún socialista-no-sanchista, si existiera. Olvidemos, pues, el sanchismo, la mejor arma del PSOE para ganar elecciones municipales y autonómicas, que son el oxígeno de las generales de diciembre. Es de cajón.

Bebés indignados con Ayuso

Nunca se debe usar a los niños para hacer política. Ya ocurrió precisamente en los prolegómenos del golpe de octubre de 2017 cuando los separatistas sentaban a sus bebés en el asfalto como tierna barricada contra las "fuerzas de ocupación españolas". Eso es lo que oían los pobres niños mientras succionaban un chupete o hurgaban en el asfalto en busca de alguna hormiga que les animara el reivindicativo recreo.

Los totalitarismos siempre recurren a los niños. Lo hacen por motivos varios: para disfrazar su ferocidad, para erigirse en progenitores de la especie subyugada y para que el niño recuerde que la mano que le acaricia le hará callar. Y lo hacen con niños propios y ajenos.

Pues Ione Belarra, otra vez Belarra, la inexplicable ministra, llevó a su hija de tres años al pediatra y encontró la inspiración para grabarse un vídeo contra Isabel Díaz Ayuso en el que llamó a participar en una manifestación contra la presidenta madrileña. Belarra no es una ciudadana cualquiera, es ministra, por más que nos cueste entenderlo. Y, como ministra, es responsable de muchas políticas públicas entre las que no debería estar la agitación contra un partido rival que gobierna una comunidad autónoma. Pero cuando gobierna la izquierda en España, el ministro va a la manifestación contra la oposición. Y allí habrá niños, falsos médicos y "sanitarios en lucha" que son profesionales del follón. No faltará de nada en el circo morado que también es marea blanca, verde o del color que sea mientras estorbe a Ayuso. Ahora es Podemos, pero siempre fue el PSOE, que se lo digan a Javier Fernández Lasquetty, que vio subir y bajar las mareas más variopintas y siempre eran socialistas.

La ministra, como un ciudadano más, acudió a la sanidad pública madrileña en busca de pediatra y encontró una campaña electoral. Ella misma, como si fuera una adolescente en TikTok pero sin gracia se grabó —los guardaespaldas y el coche oficial no salen en el plano— diciendo así:

"Bueno pues hoy teníamos cita con el pediatra en el centro de salud y acabamos de venir con mi hija de tres años para descubrir que no hay pediatra. Entonces yo os animo a todos a que os movilicéis en la Comunidad de Madrid, a que vayáis a la manifestación del domingo y a que el próximo mayo echemos de una vez por todas a estos corruptos que se están cargando todo lo público y que están haciendo que mi hija de tres años piense que es sábado y que por eso no hay pediatra y se vaya a casa pensando que los servicios públicos en su comunidad no funcionan. Así que todos a movilizarse y a salir a las calles".

¿Pero no había pediatra porque era sábado o porque no funcionan los servicios públicos? Más: ¿Hay que movilizarse sólo para que Belarra encuentre pediatra? Porque parece que pide ayuda para un asunto personal. Más aún: ¿la niña de tres años piensa de veras que los servicios públicos de su comunidad no funcionan? ¿Sabe si los sábados hay o no pediatra? ¿Sabe lo que es un día laborable, un servicio público o una comunidad autónoma? Y por último, ¿puede un ministro hacer campaña electoral contra la oposición llamándola corrupta así sin más?

No sé si todos los bebés pensarán tan mal de Ayuso. Quizá Tezanos tenga la respuesta, no quiero dar ideas.

Pedro Sánchez es un funambulista sobre la cuerda floja y apenas puede ya equilibrar su pértiga con lo peor de cada casa a cada lado. Ni la moción de Vox, con o sin Ramón Tamames, ni el espejismo del sanchismo que alimentan en Génova le van a dar el empujoncito que todos necesitamos. Hay que echarlo en cada votación. Sánchez es el PSOE.

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