
Pedro Sánchez pasea su fina estampa como inmejorable reclamo electoral. Así en Coslada como en Parla o Fuenlabrada. Se reúne con figurantes que llevan el carné socialista en el bolsillo o que tienen un hermano trabajando en la Moncloa o que son amigos de un alcalde del PSOE. No importa lo que digan o hagan. Sólo importa el paseo sin riesgos porque, como dice la canción, "la ventana se agita cuando por esa vereda tu fina estampa pasea". Pero ay, en Kiev. En Kiev no.
"Vine en abril del año pasado y vuelvo ahora —dice Sánchez—, a pocas horas del primer aniversario del inicio de la guerra". Y Volodimir Zelenski, que fue productor, cómico y guionista, siente nostalgia de aquellos años al escucharle. Quizá el héroe nacional ucraniano no tenga tiempo para enterarse de que Sánchez está de campaña y sólo por eso "vuelve" a Kiev, como si se le esperara. Habría preferido llegar vestido de tanquista como en los Corazones de acero de Brad Pitt pero faltaban detalles.
¿Seis carros Leopardo? ¡Que sean diez! Como si sólo faltara pasarlos por el túnel de lavado y colgarles un ambientador en el retrovisor. Lo mismo algún bolaño de cañón le ha hecho pensar que apoyar a Ucrania le distingue de Podemos, algo descarriado, y atrae voto del centro, ese imán que todo lo puede aunque nunca quede demostrado. No lo haría por otra cosa. Da igual Parla, Coslada o Fuenlabrada que Kiev. O un incendio. O un volcán. Para Sánchez son escenarios que debe llenar con su figura.
En un fluido inglés con el que se pueden decir igualmente estupideces, Sánchez habló junto a Zelenski de términos que significan lo mismo en todas partes —soberanía, integridad territorial, libertad— pero que no en todas partes se defienden con el mismo ahínco. La prueba es él mismo, que los pone en riesgo por permanecer en el poder. Debe saber el héroe nacional de Ucrania que nuestro presidente está sustentado por amigos de Putin. Comunismo y nacionalismo expansionista con expediente terrorista.
Su discurso en Kiev fue firme en la condena de la invasión. Quien no sepa más, aplaudiría. Pero la firmeza sin coherencia sirve de poco y, como explica Carlos Cuesta, el mismo Sánchez que critica a Putin como origen de todos los males —también los de España, para no ensuciarse— ha triplicado en un año su gasto en gas ruso, o sea, en Putin. Entre las dos visitas de Sánchez, el triple. Huelga decir dónde acaba el dinero en tiempos de guerra. Así que a ver si es verdad que enviamos pronto esos carros y que nuestros auténticos expertos en tecnología e industria militar y en adiestramiento pueden trabajar sin obstáculos. Porque a Sánchez le bastará con anunciarlo y por eso España es uno de los países que menos ayuda presta a Ucrania.
Sin embargo, nuestro presidente ya tiene hasta una placa conmemorativa con su nombre grabado en el denominado Paseo de los Valientes de Kiev. "Pedro Sánchez", puede leerse. Sólo eso. No habrá sido idea de Zelenski porque es del todo absurdo. Habría sido más oportuna una dedicatoria a España, a las Fuerzas Armadas, al pueblo español… a alguien más acorde con el nombre del lugar. Lo de Paseo sí le pega, eso es innegable.
Zelenski no tiene tiempo para indagar quién es en realidad ese tipo que figura en la placa. Una pequeña ayuda orientativa: es un presidente que no se dignó a visitar la morgue del coronavirus trágicamente improvisada en el Palacio de Hielo de Madrid. Un presidente que restaba muertos cada semana en sus fraudulentas cifras elaboradas por su inexistente comité de expertos, alimentado por un incompetente científico que recomendaba lo peor en cada pico de contagios. Un presidente que después presumió de haber "salvado miles y miles de vidas… según estudios científicos independientes, 400.000 vidas".
¿Qué tiene que decir o hacer un presidente así en Kiev junto a una figura como la de Zelenski? ¿Una placa en el Paseo de qué? Es un insulto a la supervivencia, a la determinación, al valor, al dolor.
A Alberto Núñez Feijóo no le permitieron visitar a las tropas españolas en Letonia… ¡por ser año electoral! O sea, por lo que cree el ladrón. Esa fue la reveladora respuesta de La Moncloa que poco después maquilló Margarita Robles con alambicadas excusas tácticas. Pero el PP corroboró la versión auténtica, la que confirma que para el PSOE sólo existe la propaganda. Que lo único cierto en Parla, Coslada, Fuenlabrada, Kiev o en el mismísimo infierno es que Pedro Sánchez no soporta obstáculos entre él y el sol que le ilumina cada mañana.
Todos los esfuerzos de la oposición deben centrarse en desenmascarar tanta falta de vergüenza.
