
En estos últimos días el suicidio laboral de una enfermera andaluza a sueldo de la Sanidad Pública de Cataluña se ha convertido en una bola de nieve mediática tan incomprensible como la gestación subrogada viral de Ana Obregón en España.
En ambos casos se detecta una anomalía común: sus procesos no son los primeros, pero se han tratado como si lo fueran. En el caso de la enfermera despedida en Cataluña por criticar los criterios lingüísticos de la Generalidad para acceder a un puesto en la sanidad pública, es uno de los miles producidos a lo largo de los últimos 40 años. La mayoría, más graves. Al Trending Topic de la gestación subrogada de Ana Obregón, le han precedido 2.856 casos más entre los años 2010 y 2020 según NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA. Todos practicados en el extranjero (EEUU, Canadá, Ucrania y Georgia) sin que se produjera ninguna reacción en contra, ni se hiciera publicidad de ello. Curiosamente, Ana es mujer, hetero y mediática. Curiosamente también, la mayoría de esas gestaciones subrogadas previas hasta la irrupción mediática de Ana Obregón eran de hombres solteros, parejas gais y hombres solteros gay. Algunos muy conocimos y de todas las edades, como Miguel Bosé, Jaime Cantizano, Javier Cámara… ¿Por qué no levantaron tanta polvareda estos casos si en España eran igualmente ilegales? Dicen las malas lenguas que la izquierda guay tenía intereses contradictorios con los beneficiados de esas gestaciones.
Pero no va este texto de la última tangana nacional, sino de la última cacicada de la Generalidad de Cataluña contra el derecho laboral a causa de la lengua.
Después del acoso de la enfermera gaditana del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona fundamentado en el uso indebido del horario laboral, la ausencia de la mascarilla y el rechazo al nivel C1 de Catalán de la joven enfermera, el conseller de Salud, Manel Balcells ha dejado al descubierto la verdadera causa de su exclusión laboral: oponerse a los criterios de la autoridad competente. De "intolerable" lo ha calificado el conseller. Es decir, represalia pura y dura al disidente. Algo inaudito en derecho laboral. Nepotismo, arbitrariedad. De nuevo aquello tan franco-raholista de "no sabe usted con quien está hablando". Para qué disimular, mejor dejar claro al discrepante quién manda y por qué. El miedo guarda la viña. Ellos, sin embargo, como dueños del cortijo, asisten a los pacientes con el lazo amarillo del procés, pegan carteles o convocan reuniones secesionistas sin que se les caiga la cara de vergüenza. En horario laboral, en los hospitales. Con total impunidad, sin que nadie les afee la conducta. La represalia a corazón abierto para dejarnos claro que discrepar del nacionalismo tiene un coste.
La ingenuidad de la chica a la luz de esta mascarada mafiosa provoca una ternura infinita. Su Youtube es como ver a un pobre cervatillo despistado meterse en un pantano lleno de caimanes. Quien sabe lo que pasa en Cataluña ya se cuida de callar, obedecer y cooperar con el caciquismo catalanista que lo inunda todo. Las represalias contra ella funcionan como un aviso a navegantes, un mecanismo para provocar sumisión. El cervatillo lo ha descubierto demasiado tarde. Y el sindicato que la denunció, también.
Pero más allá de todo ese despotismo, me interesa resaltar ese misterioso Triángulo de las Bermudas Catalán que hace desaparecer cualquier abuso de la realidad contra los derechos lingüísticos de los castellanohablantes, y cuando se produce el último, pareciera que fuera el primero. Es el caso que nos ocupa. Casi me da vergüenza recordar el rosario de trabas, exclusiones, criminalizaciones, o salvajadas que han venido practicando durante los últimos cuarenta años. Empezando por el secuestro y tiro en la pierda al creador de este medio digital, Federico Jiménez Losantos en 1981. Aunque parezca increíble la mayoría de catalanes, incluidos los constitucionalistas, no lo saben. Como no saben que en los primeros años ochenta salieron de Cataluña huyendo o expulsados 14.000 maestros y profesores, o las mil y una exclusiones laborales, políticas y sociales de los disidentes al nacionalismo a lo largo de estos últimos cuarenta años. No es este caso o el otro, son miles y sistemáticos.
Lo he dicho y escrito muchas veces, el mayor triunfo del nacionalismo catalán ha sido manipular nuestra pasado, y borrar nuestro presente sin coste alguno. Empieza a ser un misterio cómo las generaciones actuales ignoran las aberraciones que el nacionalismo ha venido practicando contra los derechos castellanohablantes. Los gobiernos españoles, ¡todos!, son responsables de que en una comunidad autónoma gobiernen verdaderos racistas culturales sin que los medios de comunicación, tan prestos a dilapidar a gobiernos extranjeros totalitarios, le afeen la conducta o mermen su credibilidad. Un verdadero misterio.
PD. Hoy ha muerto Josep Piqué, el catalán que convenció al PP de que en Cataluña hay que "confundirse con el paisaje". O sea, colaborar, consentir, amoldarse al catalanismo imperante. Una aportación venenosa que aún sigue vigente.
