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Petro-Sánchez y los políticos locos

Avergonzados hemos quedado viendo cómo la España oficial encala las biografías de tantos verdugos y olvida y desprecia los dolores de sus víctimas.

Avergonzados hemos quedado viendo cómo la España oficial encala las biografías de tantos verdugos y olvida y desprecia los dolores de sus víctimas.
Gustavo Petro y Pedro Sánchez. | Europa Press

Uno de los problemas de la que se siente "gente normal" es que es incapaz de percibir y comprender que hay opciones de "anormalidad" insospechadas. La famosa formulación de Jeremy Bentham del principio moral de utilidad política, "es la máxima felicidad del mayor número lo que es la medida de lo bueno y de lo malo", conduce desde el principio al laberinto de la idea de felicidad y si es posible desligarla de la idea de libertad individual. ¿O es que hay quienes, superdotados de una ciencia infusa de origen inexplicable, son capaces de definir lo que es la felicidad para el mayor número de personas al margen de ellas y sus libres decisiones?

¿Qué es lo deseable y "normal"? ¿Qué cada ser humano individual decida libremente qué camino desea emprender para configurar su felicidad personal desde una cierta igualdad de partida en derechos, deberes y oportunidades o que una casta de pretendidos iluminados por un conocimiento infalsable estipule qué constituye o no la felicidad para el mayor número de los seres humanos reales (esto es, individuales y sociales) al margen de sus sentimientos, apetencias e inclinaciones?

Viene esto a cuento de que la gente que se considera normal debe atender a los extraños, raros o locos comportamientos que se han dado entre los científicos y sabios, teóricos guardianes de la verdad de los hechos comprobados. Por seguir con Bentham, el utilitarista pidió ser convertido en auto-icono, desecado tras su muerte. En el University College de Londres puede verse su cuerpo vestido y con un bastón en una vitrina. Por entonces, florecían los científicos que buscaban cómo petrificar o mineralizar los cuerpos para inmortalizarlos de algún modo.

Por ejemplo, se conserva una mesita del italiano Girolamo Segato "en la que el taraceado, en vez de con fragmentos de minerales, está constituido por secciones de órganos humanos, y una caja con otras piezas, entre las que hay secciones de úteros, riñones y una hermosa raja de salchichón…"[i]. Otro italiano, Paolo Gorini, de Pavía, tenía una mesa en la que las patas eran piernas petrificadas reales de personas.

En el libro referenciado hay toda una relación de hechos no muy conocidos de investigadores y científicos a los que se ha considerado "locos". Con frecuencia, se define, este "loco" no suele tener "una percepción clara de las implicaciones éticas de lo que está haciendo. Podría estar utilizando métodos ilegales, prohibidos o crueles" y ello les puede llevar a superar todo límite "llegando a la soberbia, a la hybris, al superhombrismo y a jugar a ‘ser Dios’". Además, claro, "puede ser conscientemente malvado y, en ese caso, puede transformarse en un gran criminal o en un genio del mal".

Esta pasada semana los ciudadanos españoles hemos sufrido un proceso de "petrificación" consistente en enjalbegar al criminal (¿cómo llamarlo si no?) Gustavo Petro, alias "Aureliano". Exmilitante del grupo terrorista colombiano M19 durante casi 20 años en los que se perpetraron centenares de secuestros y asesinatos, lo hemos tenido hasta en la sopa, con la Casa Real y las Cortes incluidas. La foto de Alberto Núñez Feijóo aplaudiendo a quien se ha autocalificado de "quijote" (personaje español que nunca mató a nadie) es ya reveladoramente histórica.

Cuenta en sus amnésicas memorias (Una vida, muchas vidas) este insolente "blanqueado", que el M19 fue un movimiento popular muy querido (¿tambien por sus víctimas?).Y añade: "En nuestro movimiento había una consciencia de que no podíamos matar a una persona así no más. En las FARC, sin embargo, no existía ese tipo de conciencia". O sea, que el M19 mataba según, es decir, asesinaba con criterio. ¿Con qué criterio? Con el propio, ciencia infusa moral, privilegio exclusivo de los jefes guerrilleros, que decidían quién debía morir y quién no para lograr la felicidad del mayor número. Eso sí, según, con criterio, no como las FARC o la ETA en Hipercor y otros infiernos.

Pues sí, con esta ceremonia de "petrificación" por partida triple, Gustavo Petro, Petro Sánchez y Arnaldo Otegui en lontananza hemos asistido a la puesta en escena de unos políticos "locos" que, como los científicos a los que hemos aludido, consideran que pueden traspasar todos los límites –de la justicia ya ni hablamos porque ya la han ocupado—, porque están dotados de la superioridad total de saber en qué consiste la máxima felicidad para el mayor número de personas sin contar con ellas ni con su libertad.

Los que queremos buscar la felicidad desde la libertad personal, no tenemos más remedio que considerar locos y peligrosos a quienes pretenden imponernos su idea "científica" de felicidad. Si no la aceptamos, pueden llegar –ya lo enseñó Marx y practicó Lenin—, incluso a matarnos, eso sí, por el bien general de la humanidad. Esto es, como se dice en su agenda 2030, no tendremos nada, ni siquiera, si es preciso y ellos lo deciden, la vida, pero seremos felices.

Petrificados y avergonzados hemos quedado viendo cómo la España oficial encala las biografías de tantos verdugos y olvida y desprecia los dolores de sus víctimas. Es insoportable.


[i] Luigi Garlaschelli y Alessandra Carrer, El científico loco

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