
Los socialistas de Sánchez no creerán mucho en el mercado, pero en el mercado electoral creen a pies juntillas. Cada día ofrecen un producto diferente para intentar ganarse a tal o cual sector de votantes y lo hacen sin disimulo, sin enmascarar la operación mercantil pura y dura. Han montado un mercadillo en el que aparecen juntas y revueltas promesas electorales y medidas que va a aprobar de inmediato el Consejo de Ministros. El presidente en persona es el vendedor que engatusa a la clientela con voz almibarada. La tribuna de sus mítines de partido hace las veces de cajón al que se sube el charlatán de feria para vender elixires y crecepelos milagrosos.
La cantidad de productos ofertados empieza a ser abrumadora e inmanejable. Quizá se haga así con deliberación para evitar exámenes de la calidad concienzudos. La acumulación tiene el efecto de restar credibilidad, y más viniendo de quiénes tienen poca, que entre nosotros son todos los políticos, aunque unos son menos creíbles que otros. Pero, qué demonios, Sánchez no va a tener otra oportunidad y si hay que echar el resto, se echa. Todos los Gobiernos sirven de rampa de lanzamiento electoral de los partidos que los forman, pero no se recuerda un caso tan espectacular como éste. En el último cuarto de hora, está poniendo más regalos que Papá Noel y los Reyes Magos juntos, y sólo le queda por hacer aquello que decía Bernanke: lanzar dinero desde un helicóptero. Pero literalmente. En el otro sentido, ya lo están haciendo.
"No es magia, son tus impuestos", es el lema de una campaña de Hacienda para que la gente pague los impuestos con satisfacción y contento, viendo todas las buenas cosas que se hacen con su dinero. Pues una de las cosas que se están haciendo con "tus impuestos" es la campaña por la reelección del presidente del Gobierno. Y no se hace a la manera encubierta tradicional, sino con perfecto desparpajo. Es el mercadeo del voto a calzón quitado. Si alguien se preguntaba por qué no bajan más IVA en alimentación o deflactan el IRPF, ya tiene respuesta. La pregunta empieza a ser cuánto nos va costar el deseo de Pedro Sánchez de seguir en La Moncloa.
