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Parecerse más a Nadal

A través de su esfuerzo y su actitud en la pista y fuera de ella, el campeón nos recuerda a todos los españoles que podemos ser mejores.

Pocos deportistas españoles, y no demasiados profesionales en cualquier otro campo, resultan tan ejemplares como Rafael Nadal. Más allá de increíble lista de éxitos –lo ha ganado absolutamente todo y no sólo es uno de los mejores tenistas de la historia, sino que sin duda tiene ya un puesto entre los mejores profesionales de cualquier disciplina deportiva– ha sido siempre un ejemplo de pundonor, de esfuerzo y de superación.

Este jueves el tenista ha anunciado que no participará en el que es sin duda su torneo: el Roland Garros que ya ha ganado en 14 ocasiones. Desde luego no debe haber sido una decisión sencilla, pero una vez más, Rafa nos está dando un nuevo ejemplo de esfuerzo, de superación y de respeto por sí mismo y el público.

Porque Nadal podía haber tomado algún camino más fácil: competir sin estar al 100% porque ya no tiene nada que demostrar o, más sencillo todavía, retirarse después de una carrera tan larga y extraordinariamente exitosa y, sobre todo, con la enorme cantidad de problemas físicos que arrastra tras tantos años de competir al más alto nivel.

Pero no ha sido así: nuestro Rafa ha apostado por la senda más complicada, pero que es la única que está a la altura del resto de su carrera: seguir intentándolo, volver sólo cuando esté en condiciones de tratar de llegar al más alto nivel y, finalmente, apostar por una retirada que es inevitable y para la que por desgracia ya hay fecha, pero que merece que sea a lo grande.

Una de las razones de esa grandeza de Nadal es que su ejemplo transciende las fronteras de lo meramente deportivo: en un mundo y una España en la que cada vez más lo que se premia y prácticamente se exige es la mediocridad, él sigue planteándose conseguir lo máximo, darlo todo, ser tan bueno como sea posible, llegar siempre un poco más allá del límite.

A través de su esfuerzo y su actitud en la pista y fuera de ella, el ganador de 22 Grand Slams nos recuerda a todos los españoles que podemos ser mejores, que si nos esforzarnos lograremos sacar de nosotros mismos mucho más de lo que a priori cabría esperar. Desde luego, él no pretender dar lecciones a nadie, pero ese ejemplo es una enseñanza que podemos aplicarnos cada uno de nosotros como individuos y, sobre todo, que deberíamos asumir como sociedad: no hay por qué conformarse con la terrible situación a la que están llevando a nuestro país, no tenemos por qué aceptar ser peores que otros, no debemos dejar que nos conviertan en una nación de tercera, si todos y cada uno de nosotros intentamos parecernos un poco más a Nadal en aspectos tan aparentemente sencillos como el compromiso con el trabajo bien hecho, con conducirse de una forma recta en sociedad y con negarse a aceptar que lo malo es bueno y lo bueno es malo.

Nadal ha sido siempre muy grande en la victoria y en la derrota, pero lo es todavía más cuando atraviesa dificultades como las actuales. Si logra superarlas volverá a levantarnos del asiento con sus triunfos, pero en cualquier caso debería ayudar a que nos pongamos en marcha no para que España sea un país de Rafas Nadales, que por desgracia eso es imposible, pero sí para que se parezca más a este hombre irrepetible.

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