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Javier Arias Borque

La destrucción de la presa de Nueva Kajovka, ¿qué consecuencias tiene para Rusia y Ucrania?

Del cambio de planes militares de ambos bandos en Jersón a la pérdida del Canal del Norte de Crimea, infraestructura clave para lo dos países.

Del cambio de planes militares de ambos bandos en Jersón a la pérdida del Canal del Norte de Crimea, infraestructura clave para lo dos países.

La guerra de Ucrania empieza su decimosexto mes a la espera de que el Gobierno de Kiev inicie su gran contraofensiva para hacer retroceder a las fuerzas invasoras rusas. Un movimiento militar que se ha venido retrasando por cuestiones técnicas -Ucrania está culminando la integración del último material occidental recibido- y por cuestiones de climatología -tocaba esperar a que se secara el terreno tras el deshielo de la primavera-.

En los últimos días, las fuerzas ucranianas han comenzado a atacar diferentes posiciones rusas a lo largo de un frente terrestre que se extiende en más de 700 kilómetros, entre la región de Jarkov y el suroeste del área de Jersón que se ubica al este del río Dniéper. Se desconoce si estos movimientos forman parte ya de los primeros tanteos previos a la gran contraofensiva ucraniana o si, por el contrario, son simples ataques de erosión al enemigo.

Este martes, todavía no se conoce en qué condiciones, la presa de Nueva Kajovka, la infraestructura hídrica más importante de Ucrania, ha saltado por los aires. En las redes sociales hay vídeos del supuesto momento de la explosión, aunque es sumamente complicado verificar su autenticidad. Es difícilmente cuantificable la masa de agua liberada hacia el sur del río Dniéper, aunque la capacidad del gigantesco embalse artificial que forma la presa es de 18 millones de metros cúbicos.

Rusia y Ucrania se culpan mutuamente del ataque a la estructura hídrica. Moscú acusa a Kiev de haber causado la destrucción usando un sistema móvil de lanzacohetes móviles, parece complicado para un mole de cemento destinada a aguantar la presión de 18 millones de metros cúbicos. Ucrania acusa a haber Rusia de haber causado la destrucción detonando la presa con explosivos situados en áreas estratégicas de la presa.

Lo que está claro, en estos momentos, es que la destrucción de la infraestructura va a ocasionar la inundación de buena parte de la región de Jersón tanto al este como al oeste del cauce del río, y que esto incluye Jersón ciudad, donde antes de la guerra vivían cerca de 300.000 personas. El plan de protección civil ucraniano previo a la guerra mantenía que en el caso de una rotura habría que evacuar otras 80 localidades de la región que quedarían anegadas por las aguas.

Más allá de las consecuencias desastrosas para la población de la zona, además de para la fauna -ya han aparecido en las redes sociales las primeras imágenes de cervatillos o castores huyendo de las inundaciones-, la realidad es que la destrucción de la presa de Nueva Kajovka supone una alteración importante de la situación en el campo de batalla. Tanto ucranianos como rusos se van a ver afectados directamente por este hecho.

Ucrania parece ser la gran perjudicada por la explosión de la presa de Nueva Kajovka. En primer lugar, porque son sus ciudadanos los que corren peligro, los que tendrán que abandonar sus casas, los que van a perder buena parte de las pertenencias que hayan conseguido mantener a salvo durante los últimos 15 meses de guerra. Y son ellos los que tendrán que rehacer una obra crítica y todas las poblaciones afectadas cuando acabe la guerra.

También se verá afectado en el plano militar. Es posible que si el Gobierno de Kiev tenía pensado abrir algún tipo de hostilidad en su gran contraofensiva contra Rusia desde Jersón tenga que volver a rehacer sus planes. El agua es una de las grandes defensas naturales que hay en una guerra y la ruptura de la presa complica el movimiento de tropas y el paso de las orillas. Habrá que ver cómo quedan ambos lados del río una vez haya pasada la gran ola que se espera en las próximas horas.

Los ucranianos han venido realizando operaciones anfibias en los últimos meses desde la orilla al oeste de Dniéper que está bajo su control hasta la orilla este que controlan los rusos. Pequeñas incursiones para tantear el terreno y estudiar las defensas rusas. Ahora, si la zona queda muy inundada, sería complicado desarrollar una operación de grandes dimensiones para cruzar sus tropas de un lado a otro del río.

Rusia ha estado todo el invierno trabajando en la creación de una triple línea defensiva conformada por trincheras, dientes de dragón y zanjas contracarro a lo largo del margen este del Dniéper, desde la desembocadura hasta cerca de la ciudad de Zaporiyia. Una infraestructura defensiva que, por lo menos en su primera línea, parece que puede quedar totalmente inutilizada. Incluso, puede afectar a la segunda línea.

La inundación no debería poner riesgo la vida de las tropas rusas que se encuentran en estas líneas defensivas, aunque tal y como trata Moscú a sus efectivos es posible que, de haber sido ellos los causantes de la explosión en la presa de Nueva Kajovka, tampoco les haya importado que algunos de sus efectivos perdieran la vida para tratar de vender internacionalmente que ellos no han sido los causantes del desastre.

El Kremlín también tendría que dar por perdido el Canal del Norte de Crimea, infraestructura clave para los intereses rusos. Tanto, que Moscú ordenó tomarla al asalto y así hicieron sus tropas durante las primeras 24 horas de invasión. Este canal venía suministrando, desde su creación en época de Leonid Brézhnev al frente de la Unión Soviética, el 85 por ciento del agua dulce para consumo humano y agrícola que necesita la Península de Crimea para su día a día.

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Trayecto del Canal del Norte de Crimea

El Gobierno de Kiev ordenó cortar el cauce de agua cuando Rusia invadió y se anexionó Crimea de forma ilegal en el año 2014, lo que ocasionó grandísimos problemas de abastecimiento de agua en Crimea hasta que los rusos lo reactivaron en la primera semana de guerra. Para Moscú es una infraestructura de vital importancia, aunque ya tiene experiencia en cómo sobrevivir sin ella durante ocho años.

La última gran consecuencia que plantea la destrucción de la presa de Nueva Kajovka es su función para el funcionamiento diario de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, con cinco reactores que hasta los primeros meses de invasión rusa seguían funcionando. Del gran embalse artificial que formaba en el cauce del Dniéper se saca el agua que sirve llenar el gran estanque de refrigeración para los reactores.

El Dniéper es un río tremendamente caudaloso, por lo que en caso de ser necesario ir rellenando el gran estanque parece que no habría problema. De momento, no parece haber riesgo de incidente nuclear, según los expertos Organismo Internacional de la Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), pues los reactores de la central nuclear llevan meses parados y, por tanto, su calor residual es bastante bajo.

Sí parece claro que antes de que la planta vuelva a funcionar a pleno rendimiento -Ucrania lo quiere para su suministro eléctrico y Rusia quiere quedársela para su propio abastecimiento- será necesario arreglar la presa de Nueva Kajovka para que no se puedan plantear posibles problemas relacionados con el abastecimiento de agua para la refrigeración de los reactores.

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