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EDITORIAL

La izquierda pierde el poder municipal

PP y Vox han resuelto satisfactoriamente el reto, no siempre fácil, de llegar a acuerdos para constituir equipos de gobierno municipales sólidos.

La constitución de los nuevos ayuntamientos que tuvo lugar el pasado sábado ha cambiado radicalmente el color del mapa de poder municipal surgido de las elecciones de 2019. El Partido Popular se ha hecho con las alcaldías de casi la mitad de los municipios españoles y de treinta capitales de provincia, lo que constituye un gran éxito electoral y una plataforma inmejorable para afrontar con éxito las elecciones generales del próximo 23 de julio.

Aunque la diferencia de votos con el PSOE no ha sido decisiva, si lo ha sido su traducción en presencia institucional gracias a los pactos suscritos con Vox allí donde los votos del partido de Abascal eran necesarios para impedir gobiernos de izquierda. A pesar de las reticencias iniciales y de la fortísima campaña mediática para deslegitimar al partido conservador acusándolo de todo lo imaginable, lo cierto es que el PP de Feijóo gestionará la política de cercanía de una amplia mayoría de ciudadanos con toda naturalidad.

Cabe felicitarse del fracaso de esa operación izquierdista, que pretendía impedir los pactos entre los dos principales partidos de la derecha mientras el sanchismo ha pasteleado indecentemente con lo peor de la política española sin excluir a los proetarras de Bildu, a los que la campaña de blanqueamiento de Sánchez les ha permitido hacerse con numerosos ayuntamientos, convirtiéndose en el partido con más alcaldías en todo el País Vasco.

Al PSOE solo le queda el magro consuelo de haber obtenido la alcaldía de Barcelona y ello gracias al apoyo de los concejales del Partido Popular de Daniel Sirera, que ha rendido un gran servicio a todos los ciudadanos impidiendo que la Ciudad Condal cayera en manos de las fuerzas separatistas. En esta ocasión, el odio destilado por Sánchez contra el PP y sus intentos constantes de deslegitimación democrática han pesado menos que la voluntad de hacerse con la segunda ciudad de España, si bien la franca minoría del equipo de gobierno de Collbony (10 concejales de 41) aventura una legislatura muy complicada para el nuevo regidor barcelonés.

Pero lo más importante de todo es que PP y Vox han resuelto satisfactoriamente el reto, no siempre fácil, de llegar a acuerdos para constituir equipos de gobierno municipales sólidos y hacerse con ayuntamientos que estaban tradicionalmente en manos de la izquierda. A pesar de la campaña ridículamente apocalíptica de la izquierda y sus medios afines, ambos partidos han cubierto con naturalidad esta primera etapa para tranquilidad de todos los ciudadanos, que ya descontaron hace tiempo los intentos izquierdistas de propagar el miedo a un futuro en el que el PSOE se da el gran batacazo y los podemitas son desalojados de las instituciones, la nómina pública y el coche oficial.

Cabe esperar que este ejemplo de madurez política se extienda a las negociaciones de los gobiernos autonómicos que aún están pendientes de conformación, lo que constituirá la base más sólida para llevar también este cambio al Gobierno de España.

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