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EDITORIAL

Las excusas del PP para justificar sus acomplejadas pulsiones suicidas

Lo delirante es que el PP prefiera repetir elecciones o entregar la presidencia de Extremadura a los socialistas antes que conformar gobierno con Vox.

Es cierto que, tras las recientes elecciones autonómicas en Extremadura, donde los 28 escaños del PP y los 5 escaños de Vox superaban los 28 escaños del PSOE y los 4 de Podemos, el candidato del PSOE a la reelección como presidente de aquella comunidad autónoma, Guillermo Fernández Vara, anunció que abandonaba la política no sin antes reconocer que "he fracasado y asumo la responsabilidad". Vistas, sin embargo, las pulsiones suicidas de un PP, que se niega a sí mismo el derecho y el deber de pactar con Vox allí donde los populares no han obtenido una mayoría absoluta para gobernar, no es de extrañar que pronto el dirigente socialista extremeño reconsiderara su decisión de dejar la política hasta el punto de anunciar este miércoles su decisión de presentarse a la investidura como candidato de la lista más votada en aquella comunidad.

Desgraciada, pero no sorprendentemente, el líder nacional del PP, Alberto Nuñez Feijóo, ha salido este miércoles en respaldo de la líder popular extremeña, María Guardiola, cuya delirante, calumniosa y tajante negativa a tomar a Vox como socio natural de gobierno, no sólo es responsable de que el martes los socialistas se hicieran con la presidencia y vicepresidencia de la Asamblea regional sino también de que el dirigente socialista haya recuperado la esperanza de volver a presidir aquella comunidad asolada por tantos años de gobierno socialista. Ahora bien: mientras que Guardiola justificó el veto a Vox con el sorprendente —cuando no calumnioso— argumento de que la formación de Abascal "niega la violencia machista, deshumaniza a los inmigrantes y tira a la basura la bandera LGTBI", Feijóo —tal vez para calmar al electorado de su propio partido— lo ha justificado con la cantinela de que resultaban "desproporcionadas" las demandas de Vox de "presidir la Asamblea tanto como formar parte del gobierno regional".

Ni que decir tiene que ni las excusas de Guardiola ni las de Feijóo se ajustan a la realidad. Por un apoyo mucho menos decisivo que el que le puede dar ahora Vox en Extremadura, el PP en Murcia y en muchas otras comunidades permitió en su día a Ciudadanos un cargo en las mesas del los parlamentos regionales y varias consejerías. ¿En base a qué se puede considerar "desproporcionado" no ya el derecho sino el deber de Vox de implicarse en el gobierno para el que se le pide el apoyo? Es más: gracias al bochornoso espectáculo que protagonizó ayer María Guardiola, Vox ya no tiene lugar en la Mesa del parlamento extremeño, cuya presidencia y vicepresidencia ocuparán los socialistas. ¿Significa esto que Feijóo ya consideraría que dar a Vox alguna consejería del gobierno regional sí resultaría proporcionado, habida cuenta que ya se ha excluido al partido de Abascal tanto de la presidencia como de la vicepresidencia del parlamento regional? ¿O lo que se trata, por el contrario, es de considerar "desproporcionado" todo lo que no sea por parte de Vox entregar gratis et amore su apoyo al PP?

Ya resulta triste que Feijóo, en lugar de felicitarse por el pacto alcanzado con Vox en Valencia, que tanto ha colmado de esperanzas a su electorado, haya "culpado" del mismo —vamos, como si fuera algo vergonzoso—, a la negativa del PSOE a favorecer con su abstención la investidura de Mazón. Ya resulta lamentable que el PP haya preferido acceder a gobiernos autonómicos como el de Cantabria de la mano de Revilla antes que hacerlo con Vox. Pero lo que resulta delirante es que el PP prefiera repetir elecciones o entregar la presidencia de Extremadura a los socialistas antes que conformar gobierno con un partido con el que puede tener legitimas diferencias, pero que debe ser percibido —tal y como lo hace la inmensa mayoría de su electorado— como su socio natural.

Confiemos en que la sensatez, la cordura y el sentido de la responsabilidad vuelvan a todos aquellos que, como dijo Mayor Oreja en su día, "de tanto buscar el centro han terminado por perder el norte". Más aun ante unas inminentes elecciones generales en las que todos los sondeos publicados pronostican que el PP quedará lejos de la mayoría absoluta y tras las cuales espectáculos de división de formaciones obligadas a entenderse no pueden volver a repetirse.

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